Un estudio realizado por la Fondo para el Financiamiento de la Microempresas (Fondomicro) revela la dinámica social y antropológica que subyace en los salones de belleza y por qué es tan importante para la mujer dominicana usar tanto este servicio.

“Pelo bueno, pelo malo. Estudio antropológico de los salones de belleza en la República Dominicana» fue  escrito por el antropólogo norteamericano Gerald F. Murray y la socióloga dominicana Marina Ortiz, y su hallazgo principal es que República Dominicana ha pasado de ser una pigmentocracia a una pelocracia.

Ortiz explicó que el libro demuestra que tener el cabello bueno o malo no es una distinción racial, como se creía, sino que es porque las mujeres consideran que tener el pelo lacio  es más fácil de manejar.

Dijo que el salón de belleza junto al colmado, el taller y el colegio son los negocios de micro, pequeña y mediana empresa más numerosos del país. Según la investigación existen 55,000 salones, sin contar los centros de uñas o de spas.

Ortiz dijo que el estudio arrojó que  la mujer dominicana va como mínimo una vez a la semana al salón de belleza, mientras en otros países las mujeres solo acuden una vez al mes y para asuntos específicos, como cortarse el cabello o darle color y se lavan el pelo en la casa.

Expresó que los gastos de las mujeres dominicanas en salón de belleza forman parte de su presupuesto en la canasta básica  y  la frecuencia con que se acude al salón incrementa en la medida en que aumentan los ingresos de las mujeres.  

La frase
Marina Ortiz

 La mujer dominicana es presumida y hay presiones sociales que te exigen también tener el pelo arreglado. Desde chiquita nos enseñan que verse bonita es estar peinada, y esto se va reproduciendo.  El libro muestra que eso no es un problema de negar nuestro color, o sea, la mujer dominicana cuando se alisa el pelo lo hace porque es más fácil de manejar y  le gusta verse bien”.