Estupidez

Estupidez

La clausura del espacio radial «El Poder de la Tarde», por una disposición oficial claro está, tiene todas las características de un homenaje a la estupidez.

No se trata, simplemente, de una medida tomada por la administración de una empresa privada frente a un cliente. Se trata, en cambio, de una orden dictada por un interventor gubernamental contra un empresario privado que ha contratado un espacio.

El productor afectado, periodista César Medina, afirma que no debe un solo centavo a la emisora «Cielo», controlada por el gobierno desde que la intervino a raíz de la quiebra del Banco Intercontinental (Baninter), como parte de la ocupación de los medios de comunicación, escritos y electrónicos, dirigidos por el banco naufragado o su presidente señor Ramón Báez Figueroa.

Medina acusa del cierre del espacio radial al director de Información y Prensa del Palacio Nacional, señor Luis González Fabra, quien niega la especie y asegura que la orden de clausura fue dada por el administrador José Lluberes por cuestiones económicas.

Pero Medina señala que Lluberes le dijo que había tomado la draconiana medida por las presiones ejercidas por el señor González Fabra.

Anoche, sin embargo, la Encargada del Poder Ejecutivo, la vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch se dirigió a Lluberes y al decir que le han «confirmado» que éste es quien conduce las «relaciones comerciales» de la emisora, le «recomienda» que reanude nexos con la empresa que dirige Medina, quien públicamente dio a entender, a través de la televisión, que no volverá a esa planta.

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Como era muy lógico esperarlo, las organizaciones periodísticas internacionales y nacionales han reaccionado, con marcada preocupación, ante el cierre del espacio radial dirigido por Medina.

Siempre nos hemos opuesto a estas disposiciones contra medios de comunicación. Y no acabaremos de entender las razones por las cuales el gobierno –éste y otros que hemos tenido– no recurre a los mecanismos establecidos por las leyes.

Si un espacio radial, de televisión, o de lo que sea, viola un enunciado constitucional o consignado en una simple ley adjetiva, ¿por qué no acudir a la justicia contra el infractor, en vez de usar arbitrarios canales administrativos?

En este caso específico, si «El Poder de la Tarde» ha incurrido en lo que la autoridad entiende que es una violación a la ley, ¿por qué no usar los mismos instrumentos que consagran los textos legales para lograr las sanciones de lugar?

Recurrir a la vía administrativa solo logra objetivos que deberían ser muy poco deseados por un gobierno: que se le acuse de intolerante, de arrogante, arbitrario y otros muy bien ganados adjetivos, así como también de persecución política que culmina con una flagrante violación a una de las libertades fundamentales consagradas por la Carta Magna, la de expresión y difusión del pensamiento.

El propio Medina ha dicho que su programa «es crítico». Eso nada de malo tiene. Por el contrario, es muy sano y conveniente al sistema democrático, siempre y cuando las críticas se ajusten a las disposiciones legales, a la moral y a las buenas costumbres.

Choca, asimismo, que se ejecute una medida contra un espacio radial, en un gobierno que ha tenido una especie de toma y daca con medios de comunicación durante todo su mandato, y que preside un jefe de Estado sin pelos en la lengua para expresar lo que considera sus verdades, sin tomar represalias de especie alguna contra quienes no le siguen la corriente.

Por eso, quienes creen que recurriendo a las arbitrariedades hacen un favor al presidente de la República, incurren en auténticas idioteces y responsabilizan, como bien dice Medina, al propio mandatario, por los excesos cometidos, pues éste es el jefe supremo de la administración pública y si no endereza entuertos se da la impresión de que los avala.

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