En relación a cómo se estrecha el tiempo para Inmigración iniciar la deportación de ilegales residentes en nuestro país, se entiende haitianos, pautado para junio próximo, el chantaje de Haití menudea como un padrino monedas un día de bautizo.

El primer chantaje contra RD del calamitoso y espinoso vecino consiste en que el Estado haitiano no registra a sus nacionales para de esa forma exigir entonces al Estado dominicano realizar esa gestión delicada en nacionales haitianos que nacen en Haití, y entonces cuando nacen aquí hijos de haitianos proceder a inscribirlos en el Registro Civil.

El segundo chantaje consiste en saturar la mano de obra haitiana en el corte de la caña de azúcar y luego en la industria de la construcción, que desborda a fruteros, jugaros, buhoneros de toda suerte de chucherías que se arremolinan como tiendas por departamentos debajo de los semáforos de las principales ciudades dominicanas comenzando por la capital.

El tercer chantaje se relaciona con el comercio regular e irregular entre los dos países que reportan más de mil millones de dólares al año que RD exporta al vecino país.

Cuando se aproxima la fecha de iniciar el imperativo proceso de deshaitianizar al país conforme la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, y no por el expediente de entre el 3 y 5 de octubre de 1937 que parece es a que nos pretende forzar Haití repetir, conocedor de que no existen esas condiciones ni hay un gobernante dominicano hoy capaz de reeditar la Exterminación Añorada que describió preciso Angel del Rosario Pérez en su obra del mismo nombre, año 1957, Haití procede al chantaje de obstruir las patanas dominicanas que intentan ingresar a Haití con alimentos.

Cuatro chantajes para un idéntico fin.