Ética del Juez».Este es uno de los más de diez libros escritos por mi padre, el doctor José Silié Gatón, este en particular trata sobre el Derecho. La obra fue prologada por el fraterno y distinguido amigo, el doctor Franklin García Fermín, a la sazón de ser en ese momento Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
La obra trata los diferentes aspectos por los que debe regirse el juez en la toma de decisiones, en su conducta jurídica y sobre todo, en los aspectos éticos que rigen esas delicadas funciones en la sociedad.
Debemos hacer la salvedad de que en su mayoría los juicios de este «conversatorio» deben estar entre comillas, ya que son expresiones de esta obra que comentamos.
En razón de que no soy ni pretendo ser abogado, solo soy hijo de un jurisconsulto y he sido muy feliz en mi carrera hipocrática.
La potestad ética del juez: por una razón profunda de dignidad, el juez ha de representar la autoridad suprema para administrar justicia «en nombre de la República y por autoridad de la ley».
Con real naturaleza de tal investidura, en la doctrina formal de las significaciones, el juez ocupa un sitial eminente, por cuanto su representación, facultades de saber y conocimiento de las leyes que debe aplicar en su honorable magisterio, han de permitirle comprender la esencia del humano para su ministerio con toda conciencia trascendental al momento de hacer juicio y dar a cada uno lo suyo, conforme lo medular de lo que es la legitimidad.
Desde el punto de vista ético, el juez debe dejar por su experiencia, una estampa de altura moral, gracias a los frenos emocionales a que debe recurrir en su definida función de juez.
Más bien es una estrategia emocional que garantiza la calidad humana del juez, poseedor de criterios ya experimentados en su carrera, para a su vez dar ejemplo de prestancia, templanza y rigurosa austeridad garantizadoras del equilibrio sin turbaciones ni desconcierto en la administración de la justicia, ya que el honor debe enfatizar en sus decisiones.
Eso sí, en la noble misión de la judicatura, no caben prelación ni las preferencias políticas, económicas o de otra índole, que no sea la equidad y la justicia.
El juez, cuantas veces actúa, ha de hacerlo inspirado en la idea del triunfo, a sabiendas de que sus actuaciones se encuentran unidas a otras situaciones de variadas dimensiones jurídicas, que lo obligan a profundizar en el mandato de la ciencia y la tecnología actual, que es donde reposa el poder necesario para la solución consiente de los problemas jurídicos de tan variada temática, que le sirve a la vez de como aplicar los medios de modificación de la conducta para avanzar exitosamente.
Dicho esto, hay que considerar que los casos son cada vez más complejos y variados y sus estudios más exigentes frente a la competencia profesional en busca de éxito.
Toda sentencia es el producto del parecer de un juez, cuando falla en torno a lo que se ha demostrado y dicho en un proceso, ya sea, para decidir sobre una controversia o para conocer sobre una dificultad en cualquier materia de derecho.
La palabra sentencia proviene del latín sententia, sobre la raíz del verbo latín sentire, que equivale a sintiendo, esto así por expresar la sentencia lo que siente u opina quien la dicta.
Al juez de instrucción en el actual sonado caso que se ventila en los tribunales, el doctor José Alejandro Vargas, el rumor público lo considera una persona preparada y de correcto proceder.
Yo no puedo opinar, pues no lo conozco, y no es mi campo de accionar por no ser jurídico. No lo hago además porque he mantenido a través de mi vida algo aprendido en mi hogar, donde me enseñaron temprano que: «lo que no han visto tus ojos, no lo inventes con tu boca».