Ética pública y ética privada

 Ética pública y ética privada

POR MIGUEL SUAZO
Antes de sumergirnos en el debate de los dos temas enunciados, creo conveniente poder establecer un punto de partida que nos coloque en la posibilidad de entendernos. La primera propuesta pasa por aceptar una definición de ética que nos acerque al tema.

Para muchos los términos ética y moral aparentan ser una misma cosa. En realidad tienen su propia explicación, sus diferencias y sus definiciones académicas. No intento entrar a esas profundidades ya que me basta relacionar la moral con el comportamiento y su grado de corrección (es correcto, está bien hecho) y la ética como la reflexión sobre ese comportamiento: “La ética no crea su objeto de estudio sino que se limita a reflexionar sobre él “(Aranguren).

La ética parte del concepto del “ethos”. Me gusta el enfoque Aristotélico que lo define como carácter, temperamento, hábito o modo de ser. Me gusta porque esta entiende a la costumbre como experiencia segunda y no como algo congénito. No nacemos con la costumbre, no es una naturaleza primera, es luego cuando desarrollamos una segunda naturaleza.

No nacemos éticos ni morales sino con los insumos de la primera naturaleza para decidir luego si lo seremos o no “el espacio que conduce desde el carácter con el que nacemos al que vamos adquiriendo, al que nos interesa adquirir” (Adela Cortina). De la primera naturaleza optamos por construir la segunda porque “nos condiciona mejor para vivir bien” (Xavier Zubiri)

La tarea moral, la del comportamiento residirá en establecer mecanismos operativos que permitan construir esa segunda naturaleza a través de la promoción de virtudes y evitación de los vicios. Las virtudes, entonces, se perfeccionan por la costumbre (con la segunda naturaleza) y esta la desarrollamos hacia el polo de la moralidad o de la inmoralidad (virtudes o vicios)

SON LAS ÉTICAS PÚBLICAS O PRIVADAS?

Esta introducción nos señala que solo existe una ética, no hay más, no hay una pública y una privada. El deber moral es el mismo. Su llamado es a construir la ética de las virtudes. Lo que se diferencia no son las “éticas “ sino los escenarios. Habrá un espacio de lo público y otro de lo privado.

En el espacio de lo público se generan acciones de relación entre un servidor u ofertante de servicios y un cliente o demandante del servicio público. Dos funciones y una misma obligación moral desde cada lugar con expresiones propias de sus especificidades.

El hecho de ser ciudadanos de pleno derecho nos genera una demanda de igualdad en los regímenes democráticos. Genera derechos y deberes y estos están fundamentados en la autonomía de las personas y su ejercicio.

Al buscar un servicio público se realiza entre dos ciudadanos con igualdad de derechos (autonomía política según Adela Cortina) y responsabilidades diferenciadas (Autonomía moral según la misma autora citada).

El ciudadano de a pie debe encontrar en los funcionarios de cualquier categoría eficiencia, moralidad y el que los ofrece merece respeto, honestidad, cortesía en la demanda del servicio. Esto es importante porque de lo contrario podríamos pensar que la ética es solo una obligación en el espacio público y no así en el privado. Se puede llegar a creer que puedo sobornar desde el otro lado de la ventanilla (lo privado), puedo llegar a pensar que una ética es obligatoria (pública) y la otra opcional (privada).

Es responsabilidad estatal modelar una ética a los espacios privados, lo cual se media a través del sistema de educación, por poner un ejemplo, de las regulaciones (la leyes que implican sanciones a las inconductas (comportamientos inmorales).

Aquí se distancian las acciones, a la moral le corresponde la educación de la conducta y a la ley la represión de la inconducta y cada una de ellas tiene su propia fundamentación. Las éticas exigidas en el espacio público están mediadas por el principio de no maleficencia y el de Justicia.

El Primun Non noncere de los griegos, el “ante todo no hacer daño” es el fundamento ético de las acciones en el espacio público. El deber moral es de hacer bien los que nos toca hacer sin dañar a otros y se entiende que dañamos cuando somos imperitos, negligentes, imprudentes o ignorantes.

Cuando este principio lesiona a terceros, daña, entonces corresponde a la Justicia tomar cartas en el asunto. No es la ética la que sanciona, la ética es propositiva, orienta hacia la construcción de la segunda naturaleza hacía el bien. Aquí se confunde el legislador si orienta los códigos de ética hacia la parte punitiva que es tarea de la justicia.

Las éticas exigidas en el espacio privado están mediadas por el principio de Autonomía y Beneficencia. Aquí las personas asumen de manera personal y privada la toma de decisiones de sus actos en función de su ser autónomo, ellos construyen su definición de lo bueno operando el principio de beneficencia.

ÉTICAS DE MÍNIMOS Y DE MÁXIMOS: EL MÍNIMO DECENTE

Para el espacio de lo público y de lo privado tenemos obligaciones morales, pero en el público debemos operar con un mínimo que Adela Cortina llama “el mínimo decente”, que son éticas de mínimos, y estamos llamados a cumplir definiéndolos desde la búsqueda del bien. Todo aquello que quede por debajo de los mínimos es inmoral.

No es que nos contentemos con los mínimos ya que eso sería una mediocridad. Todos los mínimos tienen vocación de máximos y en el espacio de lo público esos máximos estarán definidos por la eficiencia y la moralidad de su gestión.

En los espacios privados las éticas son de máximos en cuanto están llamados a construir felicidad y no eficacia, porque son metas personales que ejerzo en base a mi autonomía y mi concepto de lo bueno para mi (beneficencia) sin dañar a otros.

Los máximos son de felicidad y esto es propio de los espacios privados e individuales. La ética de máximos en los espacios públicos hablan de eficiencia y moralidad.

Yo puedo calificar el servicio, por ejemplo, de una ventanilla de renovación de placas para el público tecnificándolo, sin mediación de tributarios y pagos por la izquierda, sin largas filas, así logro hacer eficiente el servicio (técnica) y moral (sin pagos extras). He logrado eficiencia pero no felicidad (esta es ética de máximos y de espacios privados)

Si desarrollo mi proyecto de vida en base a mis aspiraciones personales (beneficencia), ejemplo: tener una casa en la playa comprada con mi esfuerzo (autonomía), de manera honesta (moral) construyo felicidad y no eficiencia.

En términos reales la obligación moral existe para ambos niveles pero lo hace de manera diferenciada y la exige a ambos, por eso cuando se habla de que deben haber códigos de ética para el sector público, se contesta lo tenemos en la ley 120-01 y su código de ética) o cuando se reclama al sector privado esta contesta “tenemos un código de ética”.

LOS CÓDIGOS DE ÉTICA

Los códigos de ética son deontológicos, es decir están orientados por el deber y su alcance punitivo es solamente disciplinario, no de justicia, porque su fundamento debe ser propositivo en cuanto promueve las acciones morales en el ejercicio de las acciones humanas, sean estas de servicio o personales.

El código de ética del servidor público obliga por igual al mensajero que al presidente de la República en cuanto ciudadanos políticos de este país y obliga a una moralidad de esas acciones en cuanto ciudadanos morales.

Las sanciones son disciplinarias ante faltas disciplinarias porque este no es su objetivo fundamental, el principal es de promoción de valores y normas de comportamiento en la práctica. Quien los vulnere en términos que desborden estos alcances, corrupción por ejemplo, cae de inmediato en la jurisdicción de la justicia y a ella le toca aplicar sus métodos y sus castigos (condenas) pero no a la ética.

La ética llama a cumplir la segunda naturaleza de lo bueno en el ejercicio de la vida en espacios que sean públicos o privados, porque ese mismo empleado público al dejar su ventanilla a la hora de salida es el mismo que entra a su espacio privado y se va a una fiesta o a disfrutar su vida sentimental y sexual. Su obligación moral permanece, lo que cambia es el escenario y el tipo de obligación. No existen éticas públicas y privadas.

El propio código de ética del servidor público contempla e implementa los comités de ética pública y por esos tanto el presidente como otros funcionarios están hablando de ello. Lo que falta es definir su alcance para no confundirlos con la anticorrupción como factor exclusivo o como punitivo de los que son acusados de corruptos como delito. Ese es tema de la justicia.

LOS NUEVOS RETOS ÉTICOS

El tema viene de lejos y hay que llevarlo más lejos aún, porque hay que darle salida al componente educativo (la escuela) para que las nuevas generaciones se formen en valores y adquieran una segunda naturaleza buena, un ethos o una costumbre de bien.

Hay que trabajar con los funcionarios públicos y privados que brinda servicios al público para que lo haga con eficiencia y moralidad.

Hay que trabajar con la ciudadanía para que exija sus derechos (eficiencia y moralidad en los servicios que demanda) pero cumpla con sus deberes (exija con equidad y sin sobornos en justicia lo que le pertenece y no más)

Hay que dar contenido teórico a los comités de ética pública pero sobre todo hay que trabajar en ellos los niveles de actitudes y destrezas que sean capaces de formar valores.

Hay que agenciar otras iniciativas que conlleven a la construcción de estos objetivos de promoción de lo bueno.

El llamado general es a construir una ciudadanía política y moral en todos entendiendo que la ética no es la que condena ni sanciona. En estos momentos está en formación una estructura multisectorial y multidisciplinaria preocupada por estos menesteres e interesada en dar apoyo a esta búsqueda de sentido y moralidad a lo que hacemos.

Ya se expresó el secretario de la presidencia, el propio presidente de la República, las altas instancias de los empresarios y aunque existe la voluntad política hace falta clarificar estos ámbitos que hemos planteado en este artículo, porque nada sería más nocivo que en nombre de las buenas intenciones pervirtiéramos la esencia de la ética.

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