“Deja vu” en la campaña electoral

“Deja vu” en la campaña electoral

La presente contienda electoral es única en la historia reciente del país. Por primera vez no se da la polarización entre dos principales fuerzas que se disputan la preferencia del electorado, compiten en el mismo espacio, y hasta exponen las mismas promesas con diferencias solo de palabras.
Los del Gobierno con la ventaja de presentar como hecho las ofertas de la oposición y la oposición pobre de discursos. Ese es el panorama, no tenemos fuerzas emergentes con un discurso y un liderazgo que garantice el cambio real del que hablan todos los candidatos de aquí y de otros países. El cambio es la palabra mágica en unas elecciones.
Es que ya no hay diferencias entre «liberales y conservadores», que antes se distinguían porque unos iban los domingos a la misa de las siete y otros a la de las nueve. Ahora ni a misa van, solo los mueve el interés de llegar al Poder.
El «Deja Vu» lo he experimentado en dos ocasiones en esta campaña: primero fue un sábado en Bonao, de un lado avanzaban cientos de militantes con banderas y símbolos blancos del PRD, y del otro los morados del PLD. Ambos grupos se iban a juntar en un punto para un gran encuentro con el candidato Danilo Medina.
Sentí pavor y hasta pensé desviarme porque creí que iba a haber problemas como solía ocurrir en épocas pasadas, pero mi hijo me hizo reaccionar y respiré profundo. Ahora el PRD y el PLD van por el mismo candidato. «Lo que nunca se había hecho».
Lo mismo me ocurrió en Pedro Brand, pero ya no me volverá a pasar. Asumí que los que antes eran antagonistas ahora van por el mismo objetivo. Alguien puede pensar que no es bueno para la democracia aunque hay que reconocer que hay menos agresividad entre los participantes de la contienda.
Todavía no ha aparecido alguien como Bernie Sanders en Estados Unidos, un señor mayor que encanta a los jóvenes, con un discurso distinto, con ideas que no son nuevas, pero que aparecen redentoras ante la juventud de ese país.
El discurso de los líderes emergentes dominicanos no ha calado o el ruido de los grandes los ha opacado, porque muchas de sus ideas son novedosas.
Creo que para encantar a la población y a los nuevos votantes hay que hacer una reingeniería desde una plataforma integradora e inclusiva y un discurso que toque el corazón de la gente y los mueva a creer que esas palabras se reflejarán en los actos y hechos de quienes se comprometan a dirigir los destinos del país.
Generar credibilidad y confianza es un desafío en la política dominicana y pienso que debemos luchar por eso, porque el clientelismo y la cultura del engaño han propiciado una crisis de credibilidad. Los dominicanos dudamos hasta de nosotros mismos porque se crean expectativas basadas en promesas que luego no se cumplen creando desánimo y desconfianza. Esa ha sido una constante histórica que debemos cambiar de cara a una mejor forma de hacer política.

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