Terrorismo

Terrorismo

El cuádruple atentado con explosivos cometido ayer en cuatro estaciones ferroviarias de Madrid, España, atestadas de gente inocente, expone nuevamente la dimensión de una violencia que se ejerce sin causa justificable y que es expresión de desprecio extremo hacia la humanidad y la vida.

Se trata de un atentado de planificación detallada y paciente, cruelmente selectivo en cuanto a hora de ejecución y tipología de víctimas. Los blancos escogidos han sido mayormente trabajadores, estudiantes y gente común que frecuentan las estaciones de ferrocarril precisamente a la hora escogida para detonar las cargas. El mensaje plasmado en sangre inocente reconfirma los términos que identifican este tipo de acto.

Desde siempre, el hombre ha tenido claro que el objetivo de todas sus luchas tiene necesariamente que ser pro humano, inclusive cuando empuña las armas y abate a otros humanos en esa interlocución que ha sido la guerra abierta. Lo que no se entiende es que haya causas contra la propia humanidad, cuyos blancos y objetivos de ataque jamás les han sido hostiles, como ha sido el caso de las víctimas de los atentados terroristas de ayer y de antes, y como será el caso de los que, según todos los indicios, desgraciadamente faltan por ver.

[b]-II-[/b]

Estos sucesos parecen darnos la razón en cuanto a la deducción de que los actos terroristas ejecutados en Nueva York y Washington el 11 de septiembre del 2001 marcarían el inicio de un redimensionado de la violencia contra la humanidad.

Sin duda alguna, desde entonces el concepto seguridad asume características más minuciosas, invasivas de la privacidad a que tiene derecho todo individuo que ocupa asiento de avión, y a partir de este jueves habrá que asumir el mismo rigor en transportes masivos como el tren. Ya hay países, como Israel, en los cuales el uso del autobús o frecuentar lugares públicos implica algún tipo de inseguridad y una inevitable sensación de temor.

Como se ve, la humanidad atraviesa una etapa de terrorismo y represalias, un círculo vicioso que compromete enormemente la seguridad de los ciudadanos en cualquier parte del mundo, en cualquier momento.

[b]-III-[/b]

Los sucesos de España, que a los dominicanos nos duelen sobremanera, no sólo por solidaridad humana, sino también por unos lazos históricos indisolubles y una amistad a toda prueba, deberían estimular en la humanidad una actitud más resuelta y contundente contra el terrorismo y toda organización que lo prohije.

Según parece, por los desafíos que el terrorismo ha estado planteando, se necesita algo más que el belicismo convencional para hacerle frente a este enemigo de la vida, escurridizo y cruel. Debe haber, al menos, de forma masiva y permanente, una expresión más decidida de rechazo a todo atentado contra la vida.

A lo menos que debe aspirar la humanidad es que en estas horas en que el dolor sobrecoge al pueblo de España, el Gobierno de ese país reciba toda la solidaridad necesaria para descubrir hasta los últimos hilos de esta trama y castigar a sus responsables. En la medida en que la impunidad pueda llegar a encubrir a quienes han derramado tanta sangre, la humanidad verá sepultada su tranquilidad y seguridad y, quiérase que no, el éxito estimularía nuevas acciones de odio extremo.

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