Etrenzar el pasado, el presente y el porvenir

Etrenzar el pasado, el presente y el porvenir

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
El licenciado Pelegrín Castillo tiene la costumbre de regalar libros a sus amigos y relacionados. Lleva a cabo esta tarea con «sentido misional», con la apostólica entrega que impulsaba a ciertos frailes del comienzo de la colonización del Nuevo Mundo. Da la impresión de que Pelegrín Castillo intenta regar «semillas seleccionadas» de «plantas culturales» todavía no adaptadas a nuestro clima, pero que convendría introducir en la empobrecida flora dominicana. Si estas simientes germinaran, tal vez los futuros frutos pudieran alimentar una variada fauna de actores de la vida publica en la RD. Políticos, académicos, periodistas, estudiantes, profesionales, reciben todos los años algún obsequio impreso de parte de Pelegrín Castillo. Los libros que él reparte abarcan diversos aspectos de la cultura: historia, pensamiento social, antropología, religión, política internacional, economía.

En los primeros días del mes de septiembre del pasado año recibí de manos de Pelegrín Castillo un breve libro del periodista norteamericano Robert D. Kaplan, titulado: El retorno de la antigüedad. Es un estudio de política internacional escrito desde la perspectiva actual, considerando el inmenso poder militar y tecnológico de los Estados Unidos de Norteamérica. Es un libro lleno de agudas entrevisiones, de sugestivas ideas, en el cual los viejos asuntos teóricos de la «ciencia» política se enlazan con cuestiones practicas de hoy, en la mejor tradición de los Padres Fundadores de los EUA. Como Hamilton y Madison, Kaplan pretende mirar sin prejuicios la realidad social del mundo contemporáneo. Por lo menos, hace grandes esfuerzos por librarse de los prejuicios más perturbadores, de aquellos que nos invaden, solapadamente, desde la cultura que recibimos en herencia. En primer lugar, Kaplan advierte a los lideres políticos de su país que «el mundo no es «moderno» ni «post-moderno», sino una mera continuación del antiguo». Al enfrentar las crisis políticas del futuro, «en grandes oleadas», esos lideres norteamericanos «comprenderán» que la actualidad es una simple prolongación del pasado. Los estrategas chinos de la antigüedad, los filósofos griegos del periodo clásico, los emperadores romanos del siglo II, tenían ante ellos unos problemas muy parecidos a los que deben resolver los altos oficiales del Pentágono, los funcionarios del Departamento de Estado de los EUA.

Según Kaplan, es necesario releer las palabras de Tito Livio en Aníbal contra Roma, las lecciones de Tucídides contenidas en Historia de la guerra del Peloponeso, los aforismos militares de Sun Tzu. Kaplan tomó muy en serio una idea que le «inculcó» el director honorario de la revista The Atlantic Monthly: «Que un periodista podía y debía profundizar en temas normalmente reservados a los especialistas», como declara en los «preambulares» Agradecimientos, de rigor en la tradición académica anglosajona. El libro de Kaplan nos presenta una apretada trenza, tejida con el pasado, el presente y la prudente anticipación del porvenir.

Para excitar la curiosidad del lector señalaré, por el momento, nada más que dos asuntos de los muchos que aborda el libro: 1ro; Kaplan afirma que «Tucídides introdujo el pragmatismo en el discurso político». Explica que Tucídides era un militar que había elaborado su filosofía a partir de «acontecimientos violentos». Dice que a pesar de haber sido escrita hace 2,400 años, Historia de la guerra del Peloponeso podría ser «un correctivo para el fatalismo extremo fundamental del marxismo y el cristianismo medieval». Estos puntos de vista los extrae Kaplan de una monografía, aun inédita, de Anastasia Bakolas, de Wellesley College.

2do; Kaplan desarrolla una tesis muy importante, que es la aparición de los guerreros en el mundo de hoy. Tan importante es esta tesis, que da nombre al subtitulo del libro: La política de los guerreros. ¿Quiénes son los guerreros de la actualidad? Después de la conclusión de la Guerra Fría , «el trastorno que ocasionó – junto con el avance de la tecnología y la urbanización en las zonas mas deprimidas – ha provocado la división de las familias y la reanudación de cultos y vínculos de sangre». (…) «La consecuencia es el nacimiento de una clase de guerrero más cruel que nunca y mejor armado». Los enemigos a quienes los Estados Unidos tendrán que enfrentar no serán soldados «dotados de la disciplina y profesionalidad que esta palabra implica en Occidente, sino guerreros primitivos erráticos de lealtad voluble, acostumbrados a la violencia y sin intereses en el orden civil». Aquí Kaplan cita al coronel Ralph Peters, autor de un libro sobre las guerras del futuro y las posibilidades y recursos de EUA para ganarlas.

Esta visión incluye a los «ejércitos de adolescentes asesinos de África occidental, las mafias rusas y albanesas, los traficantes de drogas latinoamericanos, los terroristas suicidas de Cisjordania». Kaplan está convencido de que los EUA estarán obligados a volverse cada día más hábiles y feroces para mantener su hegemonía. El dantesco panorama de política exterior que nos pinta Kaplan es el siguiente: «Los guerreros de hoy en día proceden a menudo de entre los cientos de millones de jóvenes desempleados del mundo en vías de desarrollo, irritados por las disparidades de renta que acompañan una globalización darwiniana que supone la supervivencia económica de los más fuertes; aquellos grupos e individuos que sean disciplinados, dinámicos e ingeniosos treparán hacia la cima, mientras que las culturas que no sean capaces de competir tecnológicamente generarán un número desmesurado de guerreros». ¿Qué debe hacer un soldado bien entrenado y equipado para vencer a un guerrero primitivo? Para Henry Kissinger la de Kaplan es «una de las obras más provocadoras y profundas» que ha leído en los últimos tiempos.

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