Ettore Scola un genio de la comedia a la italiana: é morto

Ettore Scola un genio de la comedia a la italiana:  é morto

Venía del mundo del guión, toda la década de los años 50 del siglo XX le sirvió para ejercitar y plasmar retratos e ideas que le servirían bastante a lo largo de su brillante carrera fílmica, que se iniciaría en 1964, justo cuando los Beatles, que no le conocían, daban sus primeros pasos desaforados e inspiradores. Su primera pel´película titulada en italiano Se permettete parliamo di donne (1964), si se permite hablemos de mujeres. La primera secuencia con fondo musical de música de western spaguetti, aparece un joven Vittorio Gassman que galopa o morodea una casa campesina, todo serio y al final de secuencia, nos hace reir a muerte.
Por eso desde siempre fue una garanría eterna y lo será, ver en la pantalla a color o blanco y negro: Un film ecritto e diretto da Ettore Scola, de igual manera: Regia, Ettore Scola.
Si pudiera ponerles una pantalla con el fondo extraordinario de alguna música de Ravel, por ejemplo un addagio, algo de piano sostenido, forte, en sol mayor, les hiciera ver las mejores secuencias de Ettore Scola. Aquella música en tempo serviría de fondo para mirar rostros y secuencias con la melancolía que toda música dispuesta puede recordar, siempre con piano forte de fondo, a un director cuya delicada fuerza humana se derretía en sensibilidades y probabilidades en la amplia pantalla de sus historias: Loren, Mastroianni, Gassman, Manfredi, Ardan, son rostros que giran y giran en las películas de Ettore Scola, cuya relación con Francia, fue magnífica y fluida, La Noche de Varennes (1982), su versión de la fuga de la familia real francesa, así lo testimonia.
In crescendo, sus rostros queridos nos volverán a recordar lo extraordinario de sus enseñanzas: que los personajes son libres a todo lo largo de la historia y que un buen director nunca los juzgará moralmente, los personajes son libres de todo para construir algo, para que el espectador en una dialéctica de retrato comparado perfecto entre en pantalla sin el menor miedo a descurbir la historia.
Cuando pienso en este concepto, no puedo pensar en nadie más que Ettore Scola, para quien reir en un solo respiro bajo la lluvia o en la miseria, era importante para construir una historia fílmica que nos pereciera cercana sin imitar la vida, pero trascendiéndola con el impulso vital que el mejor cine regala para vivir y sentir, aunque sea en silencio, mirando desde un ojo curioso y divertido el mundo de los demás.
En 1989, selección oficial del Festival Internacional du Film (Cannes), Splendor, su Last Picture Show (Peter Bogdanovich, 1971).
Con la diferencia cultural profunda de que mientras La última Tanda (1971) tenía un trágico sabor de aburrimiento y polvareda de un decadante pueblo de Texas, Splendor de Scola (1989), tenía ese regusto de cinema provinciale italiano, fiestas de rostros curiosos en blanco y negro y la línea de luz que hería una sábana, donde los niños con candor hacían figurillas a contraluz con los dedos. Las dos películas en cambio, lloraban en imágenes por un cine que se despedía para siempre.
Una sonrisa de Marina Vlady en este filme vale el cielo y sus contornos.
Entre las décadas del 70, 80 y 90, Ettore Scola, marcó con sus películas el ritmo de un cine italiano vitalista, extraordinario, con toques y detalles que habían renovado el famoso cine dopoguerra (luego de la Segunda Guerra Mundial).
Retrató con cariño en su esencia todas las familias, las burguesas y las proletarias y logró, pese a los estilos sociales de clases que mediaban entre ellas en su mirada, hacer el puente de la idiosincracia nacional italiana.
Ettore Scola nos deja una larga huella y un modo de ver la vida, una forma de asumir la humanidad de los otros, entre la gigante melancolía y una larga sonrisa con addagio de Maurice Ravel, a un costado del recuerdo. (CFE)…

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