EU da por terminada búsqueda de armas en Irak

EU da por terminada búsqueda de armas en Irak

WASHINGTON (EFE).- La búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, cuya supuesta existencia fue el principal argumento de EEUU para ir a la guerra, ha concluido sin resultados casi dos años después de la invasión, anunció ayer la Casa Blanca.

   En declaraciones a la prensa, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, indicó que «puede haber un par, algunas personas, que se centren en eso», pero la búsqueda a gran escala de esas armas no convencionales se ha abandonado.

   A raíz de la invasión comenzada el 20 de marzo de 2003, EEUU constituyó el llamado «Grupo de Inspección de Irak», formado por más de 1.200 militares, especialistas en armamento y funcionarios de los servicios secretos, con la misión de localizar las supuestas armas prohibidas del gobierno del ex presidente Sadam Husein.

   El responsable del grupo, Charles Duelfer, ha regresado a Washington y se espera que el mes próximo presente un epílogo al informe que hizo público en octubre pasado, en el que concluía que no había armas de destrucción masiva en Irak antes de la guerra.

   Duelfer «continúa dando un último repaso a las cosas en un añadido al informe» que se publicará en febrero y «no va a alterar de manera fundamental los hallazgos de su informe inicial», dijo McClellan.

   «Buena parte de esa misión se centra ahora en otras cosas», declaró el portavoz, quien agregó que «la inspección física ha acabado. El equipo que efectuó esa inspección física ha acabado».

   Pero si «se contara con informes sobre (la presencia de esas armas), evidentemente investigarían esos informes», agregó.

   El examen de los documentos encontrados en Irak continúa. «Encontramos toneladas de documentos», recordó McClellan.

   La admisión de la Casa Blanca se produce después de que el periódico «The Washington Post» publicara hoy la noticia.

   El diario cita a funcionarios del Grupo de Inspección que declararon que el aumento de la violencia en el país árabe y la falta de datos nuevos llevaron a concluir la operación poco antes de Navidad, aunque el Gobierno no lo había divulgado.

   Hasta ahora, la Casa Blanca se había mostrado renuente a abandonar la búsqueda de las supuestas armas, con el argumento de que esos arsenales podrían haberse sacado del país en vísperas de la invasión o poco después, o que podrían estar escondidos.

   Antes de la invasión, el presidente de EEUU, George W. Bush, afirmó que Irak contaba con armas biológicas y químicas, e intentaba reactivar su programa nuclear, por lo que era necesario ocupar el país y derrocar a Sadam Husein.

   El propio secretario de Estado, Colin Powell, compareció ante la ONU un mes y medio antes de la invasión para presentar las pruebas que tenían los servicios secretos y que supuestamente demostraban la existencia de ese armamento.

   Pero nunca se hallaron y el primer jefe del Grupo de Inspección, David Kay, dimitió en enero de 2003 tras asegurar que no existían.

   Su sustituto, Duelfer, un ex inspector de armamento de Naciones Unidas, presentó en octubre al Congreso un informe preliminar de su trabajo de más de mil páginas en el que afirmó que las alegaciones sobre la presencia del armamento prohibido eran falsas.

   Ese documento, con el anexo que se hará público en febrero, pasará a convertirse en la conclusión final de los expertos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), según «The Washington Post».

   Pese a la admisión de que esas armas no existían, el presidente de EEUU, George W. Bush, ha defendido que la decisión de atacar Irak fue la «correcta».

   Bush ha nombrado un comité para que investigue porqué resultaron erróneas las informaciones de los servicios secretos.

   Los fallos de la CIA en torno a este asunto, junto a sus errores a la hora de prevenir los atentados del 11 de septiembre de EEUU, han motivado una profunda reforma en los servicios de inteligencia, consagrada en una ley que el Congreso aprobó el pasado diciembre.

   Esta reforma prevé, entre otras cosas, la creación de la figura de un nuevo director nacional de inteligencia, que se encargará de coordinar los trabajos de las distintas agencias secretas y que responderá ante el presidente.

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