EU no puede matar todos sus enemigos

EU no puede matar todos sus enemigos

PARIS (EFE).- El ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, afirmó: «No podemos matar a todos nuestros enemigos» al preconizar en la lucha contra el terrorismo una estrategia que cree «más socios y menos terroristas».

«No podemos aislarnos del mundo detrás de muros (…). El destino de los estadounidenses está estrechamente ligado al de los otros pueblos», insiste el ex mandatario demócrata, al comentar la Iniciativa Global que lleva su nombre, en una entrevista publicada hoy por el vespertino «Le Monde».

Uno de los puntos de esta iniciativa es utilizar la religión «como fuerza para resolver los conflictos y no para crearlos». Se trata de «destruir la legitimidad de la ideología que se apoya falsamente en la religión para crear y alimentar conflictos. La religión debe convertirse en un medio para resolver los conflictos», asegura Clinton.

El predecesor de George W. Bush está convencido de que EEUU puede mejorar su imagen, fuertemente degradada en los últimos años especialmente en el mundo musulmán, con iniciativas como la ayuda para las víctimas del tsunami en el sur de Asia.

«Cuando mostramos que podemos ser desinteresados, que queremos construir un mundo con los demás y entender sus problemas, ayudarles en nuestro propio interés y compartir objetivos comunes, eso sólo puede mejorar nuestra imagen. Es también la razón de ser de mi iniciativa» y «una necesidad en materia de seguridad», explica Clinton.

El terrorismo es junto con la lucha contra el cambio climático, la reducción de la pobreza y la mejora de la gobernanza en los países en desarrollo uno de los cuatro «problemas más acuciantes» del planeta a los que Clinton desea aportar respuestas por medio de su iniciativa.

La primera manifestación del proyecto lanzado por Clinton tendrá lugar en Nueva York del 15 al 17 del mes próximo, cuando aprovechará la apertura de la Asamblea General de la ONU para reunir a «dirigentes mundiales y grandes empresarios».

El objetivo, explica, es que cada uno se vaya con un «compromiso concreto» en uno de los cuatro frentes y luego «rinda cuentas»: «vamos a controlar el cumplimiento de las promesas. En diez años podemos tener un impacto considerable». Así, considera que si los países ricos destinan entre el 0,5 y el 1 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) a los países pobres y se aseguran de que la ayuda no es desviada por «déspotas», «la pobreza puede desaparecer en una o dos décadas».

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