Corona beer, a Constellation Brands product is seen at The Liquor Locker, Tuesday, July 1, 2008 in Gloucester, Mass. Constellation Brands posted a sharply higher profit in the first quarter on strong wine sales. (AP Photo/Lisa Poole)
Si 28 años en las áreas de marketing y ventas de cerveza en Anheuser- Busch (y luego, después de la fusión, Anheuser- Busch InBev NV) le enseñaron algo a Gregg Billmeyer, fue cómo detectar una tendencia en el mercado.
El nativo de San Luis, Misuri, hizo un seguimiento del aumento inicial de la cerveza artesanal en la década de 1990, antes de que la explosión de finales de la década de 2000 y la de 2010 se comiera una parte de la una vez indomable cuota de mercado de marcas de gran peso como Budweiser y Bud Light.
Pero mientras el clan de las cervezas artesanales se sublevó en Estados Unidos contra Budweiser y MillerCoors, que capturó una cuarta parte del mercado cervecero en 2017, Billmeyer se dio cuenta de que un sector de la industria se mantenía firme e incluso ganaba terreno: las marcas importadas de México.
En 2018, mientras que las ventas de marcas de EU en el mercado masivo de su país como Miller Lite, Coors Lite y Bud Light bajaron 4.2 por ciento, las marcas mexicanas premium crecieron 2.8 por ciento, según IRI, una firma de investigación de mercado de Chicago.
Los nombres más populares, Corona y Modelo, subieron un 11.6 y 17.9 por ciento, respectivamente. Agrega eso a la expansión demográfica de EU, donde los latinos representan ahora más del 18 por ciento de la población y un vendedor de cerveza experimentado como Billmeyer puede llegar a una conclusión: «importar cerveza artesanal mexicana es el siguiente paso lógico», asegura.
Hace tres años, Billmeyer se contactó con su compatriota y excompañero de Anheuser-Busch, el ejecutivo de logística Mike Redohl, y comenzó Quest Beverage.
La misión era presentar a los bebedores de EU, cada vez más aventureros, las mejores cervezas artesanales que podían encontrar al sur de la frontera. Después de reclutar a otro veterano de Anheuser, el maestro cervecero Dan Driscoll, y al ejecutivo de finanzas mexicano, Eduardo Muñiz, el equipo de Quest se reunió con cerveceros nacionales y viajó a festivales de cerveza artesanal en Ensenada, Baja California, y la Ciudad de México donde aplicaron sus paladares para encontrar las mejores cervezas.
Billmeyer notó el contraste entre el mercado norteamericano de microcervecería y el paisaje artesanal mexicano, relativamente incipiente. «La escena de la cerveza artesanal en México es muy parecida a la de EU hace 20 años», señala Billmeyer.
«La demanda está creciendo rápidamente a un 60 o 70 por ciento por año». De ese campo en crecimiento, Billmeyer y compañía se reunieron varias veces con una docena de cerveceros locales para tener una idea de la capacidad de producción y la posibilidad de comercialización. Desde allí, avanzaron hasta cinco finalistas y se decidieron por cuatro cervezas.
Los escogidos
Se escogieron dos fabricantes para empacar y exportar: Cerveza Urbana, una cervecera familiar que fusiona los estándares estadounidenses de producción con un estilo costero de Mexicali (piensa en cerveza Pacífico) y Cerveza Rrëy, una cervecería con sede en Monterrey iniciada por dos amigos de la secundaria que se centra en versiones fáciles de beber de los estilos tradicionales del Viejo Mundo.