Washington. EFE. Tras más de cincuenta años de enemistad, Washington vuelve a abrir las puertas a Cuba para acoger la segunda ronda de conversaciones entre los Gobiernos cubano y estadounidense cuyas delegaciones, en esta ocasión, tratarán de dibujar un marco político que permita proceder cuanto antes a la apertura de embajadas.
El fin de las violaciones de derechos humanos en la isla, la exclusión de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, el embargo comercial o el desarrollo de un sistema bancario cubano son algunos de los muchos aspectos que están sobre la mesa, pero el objetivo esta vez es mucho más concreto.
Según indicó una alta funcionaria del Departamento de Estado esta semana, el fin principal será crear una hoja de ruta para el establecimiento de las sedes diplomáticas, lo cual allanaría el camino para un mejor intercambio de información y facilitaría la normalización de las relaciones. “Es importante que (la apertura de las embajadas) no se vincule a un evento concreto”, advirtió la fuente en referencia a la posibilidad de que se llegue a un acuerdo coincidiendo con la celebración de la Cumbre de las Américas en abril próximo en Panamá, donde los dos presidentes Barack Obama y Raúl Castro, se verán las caras.
La oficial insistió en que se deben separar las conversaciones sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas de cualquier otro aspecto, y tratar de eliminar para ello “cualquier obstáculo” prescindible. Si las conversaciones prosperan, también se determinarán fechas concretas para que expertos de las dos naciones aborden según su especialidad los temas de interés.