En la residencia de mi primo Carlos Nouel Rivas, marzo l962, su esposa Irene Grullón me dijo quería conociera a un joven muy talentoso llamado Euclides Gutiérrez Félix, deseo de Irene que se materializó ese mismo mes.
Desde entonces, he trabado migas con Euclides, que en ese año era un bisoño abogado, laborando en el bufete del doctor Rafael Augusto Sánchez, en la calle Sánchez entre Del Conde y Arzobispo Nouel. Único contacto con los altos dirigentes del PLD.
El empaque intelectual, político, historiador, catedrático universitario, autor de miles de columnas en los diarios, recordando nuestros encuentros frecuentes como articulistas del desaparecido diario El Sol, autor de la más completa biografía del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo intitulada “Trujillo, Monarca sin corona”, colocan a Euclides en una preeminencia intelectual incuestionable, que negarla, caería en el enanismo y las ruindades humanas.
Empero, que nada es todo rosas, como compuso su inmortal partitura Edith Piaf, “La vie en rose”, Euclides viene mostrando fallas conceptuales no por ignorancia, sino mejor por el fardo que carga de constituir la cabeza mejor amueblada del PLD, en esta coyuntura decisiva para conservar el poder, pendulando entre la reelección, el divisionismo, o quitar los cerrojos de atajar a Leonel.
En su entrega del primero de este mes en El Nacional, Euclides vierte una especie torcida cuando escribe:
“En términos históricos, reales, verídicos, el episodio militar de Santiago, (en referencia a la “batalla” del 30-03-l844, que en verdad no existió), pero ese hecho abrió para el futuro, aproximadamente diez u once años de tranquilidad”.
Euclides omitió, por prisa, nunca por ignorancia, que desde l844-l856, nuestros patriotas libraron 29 batallas, combates y escaramuzas, para forjar la patria duartiana. Pienso, que Euclides debe tomar una pausa.