DOHA, Qatar.- Terminadas las festividades navideñas, que arropan a media humanidad, la vida de los celebrantes vuelven a retomar su ritmo normal, sin los influjos de las luces multicolores, las alegorías vibrantes propias de la temporada, las fiestas bulliciosas y los manjares excesivos, que se disfrutan normalmente en familia y amigos.
La atmósfera mágica se ha despejado, todo el mundo cristiano, y otros que no lo son, vuelven a la dura realidad del mundo de hoy, donde los fuertes, como ha sido en toda la historia de la humanidad, sobreviven, los demás, apenas pueden respirar, y mal vivir.
Las navidades, en algunos países estuvieron salpicadas de la violencia del terrorismo, dos ejemplos, el mercadillo navideño en la capital alemana, Berlín y, en Turquía, donde se inició el nuevo año con fuego no artificiales, sino de metralleta.
Este suceso trágico, conmovió, pero no paralizó el entusiamo de locales y turistas de recorrer lugares clave de encuentros y diversiones. Estambul estuvo el domingo, primer día del 2017, repleta de visitantes, según me comentó una amiga quien esperó Año Nuevo en dicha ciudad turca, que anualmente es visitada por millones de personas.
Turquía, un país muy rico y hermoso, con casi 80 millones de habitantes, recibe al año, más de 40 millones de turistas, es decir a nivel de Italia. En la lista de los más visitados continúan en primeros lugares Francia y España, esta última terminó el año con 10 millones más de lo acostumbrado, es decir, unos 75 millones de turistas esparcidos principalmente en Madrid y Barcelona.
Aquí, en Qatar, en Medio Oriente, las navidades a nivel oficial no se celebran, mas no se impide a los extranjeros cristianos que la celebren, cada quien en sus hogares, ni tampoco que decoren sus viviendas, como lo deseen, con sus árboles de Navidad, Nacimientos, Santa Claus. Incluso, en las iglesias cristianas ofician la misa de Navidad.
El 31, los salones de bailes y restaurantes de los hoteles internacionales como el Sheraton, Meliá, llenos total, al igual que el paseo marítimo de la impresionante bahía, de la Corniche: el Souq Wagif, el pintoresco mercado árabe antiguo, con restaurantes libaneses, sirios, turcos, italianos, donde esperé junto a familiares el nuevo año, con la gracia de Dios y el atractivo de estar en un país exótico, súper moderno, del Medio Oriente.