Eugenio María de Hostos en Santo Domingo

Eugenio María de Hostos en Santo Domingo

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Mediante sermones, escritos, y cartas pastorales, el Arzobispo de Santo Domingo Fernando Arturo de Meriño mantuvo por años una campaña contra la educación laica que propugnaba el maestro y patriota puertorriqueño Eugenio María de Hostos. El historiador Franklin Franco en su “Historia de la UASD y de los Estudios Superiores”, citando a sus colegas José Chez Checo y Rafael Peralta, nos ofrece algunas de las  tantas  expresiones  del empurpurado contrarias al quehacer pedagógico hostosiano: “Como no se quiere religión, los invasores de la enseñanza laica hablan una lengua embaucadora para disfrazar sus intentos y encandelar a los padres de familia, seduciéndoles, trazando pampanosos programas de estudios por cuya superficie harán correr la inteligencia de los alumnos. ¡No os conformáis! Ilustrad al pueblo; prevenid a las familias; hablad con tesonero empeño condenando esas escuelas sin religión y sin moral cristiana como la peor calamidad que puede caer en la República”.  

En 1880, con el apoyo del Gobierno Provisional del General Gregorio Luperón, Eugenio María de Hostos fundó, en la ciudad de Santo Domingo, la Escuela Normal, el primer establecimiento docente del país dedicado exclusivamente a la formación de maestros.

En 1895, bajo el alegato de que los contenidos de las  enseñanzas normalistas eran opuestos a los de las demás instituciones de educación superior, los programas de estudios de la Escuela Normal fueron modificados sustancialmente. Meses después, la dirección de la institución que Hostos fundara pasó a manos de uno de sus acérrimos  contradictores: el educador santiagués  Manuel de Jesús Peña y Reynoso, quien  sustituyó la Escuela Normal  por un sistema de colegios centrales. Por ésas y otras desavenencias más con personajes del gobierno de Heureaux y con el dictador en persona, Eugenio María de Hostos se vio precisado a abandonar el país en el año 1888, escogiendo a Santiago de Chile como lugar de residencia. Allí permaneció durante más de una década impartiendo enseñanzas y realizando aportes sustanciales a la reforma del Sistema Chileno de Instrucción Pública.

En 1900, meses después de la muerte del presidente Heureaux, el maestro y patriota puertorriqueño regresó a la República Dominicana a ocupar el cargo de Inspector General de Instrucción Pública. El Gobierno Provisional del presidente Juan Isidro Jiménes le encargó a Hostos  la tarea de reformular la enseñanza normalista y de escribir un anteproyecto de Nueva Ley General de Enseñanza Pública. En el edicto que el insigne maestro puertorriqueño escribió por encargo del gobierno de Jiménes, se le negaba al Seminario Conciliar el derecho de impartir enseñanza pública  con la excepción de aquella que tuviera que ver con la formación sacerdotal. También, les prohibía expedir títulos de maestros a las instituciones privadas.

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