¡Eureka! la crisis ya pasó

¡Eureka! la crisis ya pasó

Y lo dijo el Presidente de todos los dominicanos, el pasado domingo 14-03-04 durante su intervención en el programa «Una vez a la semana», que es un «hombre de palabra», anhelado deseo de todos sus conciudadanos, extraordinaria noticia que me dejó eufórico de alegría, regocijo tal, que la presión arterial prescindió de los fármacos para estabilizarla, medicamentos que ya resultan incomparables porque cada día sus costos se elevan más, así como los de los ingredientes de nuestro plato típico, arroz, habichuela y carne, manejar éste último sustituido por su carestía con la llamada carne «morá», la berenjena, comestibles que resultan difícil de comprar por esa masa desposeída, que por primera vez en la historia de la República Dominicana, está pasando las más grandes calamidades económicas.

Esta pesada y prolongada «prángana» que está viviendo la gran mayoría de los dominicanos y dominicanas, según cacarea el «póker» de ases del equipo económico de este gobierno, se debía en principio a la anterior administración, y luego le indexaron los efectos de perturbación económicos provocados por las ondas expansivas del estallido de las torres gemelas del centro financiero mundial, que agrietaron aún más nuestra maltrecha economía, con progresivos deterioros originados por la acción bélica en Afganistán y la invasión de Irak, suceso éste último que nos hizo gastar dinero que no teníamos, preparando una fuerza interventora en un conflicto que no nos compete, y quiera Dios no nos acaree problemas.

Otro componente que agudizó nuestra delicada economía fue la «revolución» bancaria, que sus tropas destruyeron las trincheras de Baninter y sus pertrechos «activos y pasivos» que produjo el tremendo agujero financiero, para luego obtener la rendición incondicional de Bancrédito y Mercantil, sin afectar aparentemente sus reservas, victoria pírrica para el Banco Central, que tiene que cargar con los costos de esta bélica acción económica, sucesos que según los estrategas del comando económico del gobierno, prolongó esta larga y tormentosa «crisis que ya pasó», Bendito sea el Señor.

Como de acuerdo con nuestro Presidente, la crisis ya pasó, pienso que los supermercados se estarán preparando para remover principalmente los códigos de barra de los artículos alimenticios de primera necesidad, para sustituirlos con los nuevos precios rebajados, para dejar de oír las continuas maldiciones y lamentaciones de nuestras amas de casas, cuando e los escaparates sacan determinados artículos para ver su precio, estallan con un ¡sanantonio! que retumba por todo el mercado. Por cierto ayer mismo presencié un simpático episodio cuando una dama extraía de la nevera un pedazo de queso elaborado en el país exclamar sin ningún sonrojo, ¡carajo!, que abusadores, el sábado lo compré a $110.00 la libra y hoy cuesta $125.00, ni que tuviera la prima del dólar a 60, que «descarao» son, a donde nos llevan estas gente por amor de Dios, terminó diciendo. No sé si se refería a la gente del Gobierno o a las del supermercado. Sea usted el jurado.

Personalmente espero que lo dicho por ciudadano Presidente no resulte una arenga política de su plataforma reeleccionista, porque le haría más mal que bien. Dicen que el pueblo no «come dólares» porque no los tiene, porque si los tuviera se «jartara». de comida y no mata mosquitos para evitar el paludismo y otras enfermedades, por la falta de dinero para comprar los insumos para prevenirlas o curarlas. Es de extrema prioridad comer y medicarse para mantenerse vivo, necesidades que cada día se hace más difícil satisfacer por el continuo encarecimiento de la comida y las medicinas. Para comprar un raquítico plátano para entretener el estómago, se necesita entre $5.00 y $6.00 y una simple aspirina para atenuar un dolor de cabeza u oído, muchas veces no está al alcance de ese conglomerado arrinconado en su extrema miseria, que entre lamentaciones sigue esperando las incumplidas promesas de esos políticos que se enriquecen con los fondos que con aviesas intenciones asignan cada año en el presupuesto de la nación, dizque para combatir la pobreza, que crece como aquellos famosos spaghetti, con el auspicio de la indolencia del Gobierno.

Como este es el país de los «honrados» y de la «transparencia, no creo que ningún político, ni gente de la sociedad civil, se opondrían a que se solicite a la Organización de Estados Americanos (OEA), a las Naciones Unidas o a la Unión Europea, para evitar sospecha o persecución política, como se hace normalmente con las solicitudes de observadores para «auditar» las elecciones, el envío de técnicos para realizar las auditorías necesarias sobre el manejo de los fondos que fueron asignados al Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME) y a los del Gabinete Social, programas destinados principalmente para combatir la pobreza, repito, cada día aumenta, porque supuestamente nuestra indigente población nunca se junta con esos «chelitos»… Arriba corazones.

Se dice que la esperanza es lo último que se pierde, por eso espero ver a partir del Domingo de Resurrección, el resurgimiento de las rebajas de los precios de las medicinas en general de hasta un 100%, así como la de los artículos de primera necesidad, para festejar en grande que la crisis ya pasó. Desde ya estaré pendiente de la reducción de los precios del Tilazem y Coreg, que se divierten con el monitoreo del sube y baja de la presión sistólica y diastólica, que de no darse un «tumbe» a tiempo con esas pastillas, le cantan bingo a uno en lo que pestaña un gato, así como el vital Lipitor y Tritace que en su recorrido por las arterias trata de sacar de la vía al despreciado y malo LDL para que el bueno del HDL haga su trabajo con el delicado corazón, y así poder robarle unos cuantos años más al calendario que no perdona, y disfrutar el goce de ver a este pueblo que está pasando las de Caín en estos últimos tres años, consumir comida y medicinas baratas como las del siglo pasado, gracias a que la crisis ya pasó. ¡Eureka!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas