Europa revive la figura del divino Augusto, estadista modelo

Europa revive la figura del divino Augusto, estadista modelo

PARÍS. Una gran exposición europea conmemora en París la figura de Augusto, primer emperador de Roma, convertido en dios al morir hace dos mil años, en buena medida ordenador de la civilización occidental y del mundo en que vivimos.

El que fuera un muchachito rubio de ojos grises algo enclenque, en guerra contra el general romano más experimentado de la época, terminó forjando en cuatro décadas un sistema político tan sólido que sobrevivió siglos.

«Es un jefe de Estado que conoció el éxito y que estuvo confrontado a dificultades importantes, tanto en su vida personal como política, las superó y fundó un régimen que duró cinco siglos», dijo a la AFP el conservador de antigüedades griegas, etruscas y romanas del museo de Louvre, Daniel Roger, en un recorrido por la muestra que se inaugura este miércoles en el Grand Palais.

Presentada el año pasado en Roma, la exposición realizada conjuntamente con los museos del Vaticano y otras instituciones de Europa, exhibe como obra central la famosa estatua del Augusto conocida como de Prima Porta, de 2,29 metros de altura.

La escultura de mármol del divino Augusto viajó por carretera de Roma a París, escoltada por las fuerzas del orden y protegida celosamente por un dispositivo que incluyó sensores electrónicos capaces de detectar el menor problema.

La exposición ofrece un recorrido por lo que se llamó luego «el siglo de Augusto», edad de oro de la civilización romana que floreció gracias a un período de paz y prosperidad sin precedentes, en el que brillaron hombres como Virgilio y Horacio.

Esculturas, frescos, muebles y objetos de la vida cotidiana ilustran la fulgurante carrera de este brillante político, gran reformador y protector de las artes y las letras, que fue además hábil propagandista del poder, como lo demuestran las innumerables estatuas a su propia imagen.

Según Cécile Giroire, conservadora del mismo departamento del Louvre, la figura de Augusto «marcó con su sello y su legado a toda la región de la cuenca mediterránea y en sentido amplio a toda Europa, que quedará gobernada durante cinco siglos por el régimen político que forjó».

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