BRUSELAS. AP. Los líderes europeos sopesaban ayer qué tanta soberanía están dispuestos a ceder en un intento desesperado para salvar el ambicioso proyecto de unidad que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. En la cumbre de Bruselas está en juego no sólo el futuro del euro, sino también la estabilidad del sistema financiero mundial y el equilibrio de poder en Europa.
Para convencer a los mercados financieros de que la crisis de la deuda en el continente no se repetirá, los países tendrán que ceder facultades importantes, como algunas decisiones sobre endeudamiento y gasto, a una autoridad central. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy quieren convencer a los otros 15 gobernantes de la eurozona de acordar un plan que requeriría a sus gobiernos equilibrar sus presupuestos y aceptar sanciones automáticas si no lo hacen.
Al mismo tiempo, las mayores economías del bloque están bajo presión para comprometer más dinero a fin de aumentar los cortafuegos de la eurozona en momentos en que la crisis amenaza con hundir a Italia y España. El plan debe ser suficientemente bueno para convencer al BCE de intervenir en los mercados de deuda pública.