Una calle de Santo Domingo lleva su nombre, al igual que una escuela de Bánica. Se ha reconocido su valiosa labor de educadora y alumna pionera de Salomé Ureña, así como su obra meritísima de haber fundado, tras la muerte de la insigne maestra y poetisa, el Instituto de Señoritas junto a su hermana Luisa Ozema. Pero es muy poco lo que se conoce sobre su vida.
Esta ausencia de datos en torno a Eva María Pellerano Castro sorprende, siendo ella, además, parte de una de las familias más prominentes del país. Solo se menciona junto a Luisa Ozema en libros, artículos, revistas, hojas sueltas, artículos de periódicos en los que se trata el tema de la educación y del plantel.
También es citada al lado de Arturo, su hermano poeta que tan merecida fama ganó con sus ingeniosas criollas, y que figura en antologías y libros de literatura.
Por ellos se sabe que era hija de Manuel María Pellerano Bonetti y de Teresa de Castro de Lara y que tuvo otros hermanos: Manuel de Jesús y Lucila. Esta aparece con Luisa y Eva María tomando el examen para ingresar al Instituto de Señoritas Salomé Ureña el 22 de febrero de 1884. El dato aparece en el libro “Salomé Ureña y el Instituto de Señoritas”, de Emilio Rodríguez Demorizi. Eva contaba entonces 15 años, Luisa 13 y Lucila 11.
El historiador y sacerdote jesuita José Luis Sáez localizó el acta de bautismo de otro hermano: Luis Armando, nacido el 3 de septiembre de 1867, bautizado en la catedral por el padre Bernardo Pichardo el 3 de octubre de ese año.
A la generosidad del director del Archivo de la Catedral se debe, también, la partida de bautismo de Eva María, que aporta estas valiosas informaciones: “En la ciudad de Santo Domingo, el día diez del mes de Julio del año mil ochocientos sesenta y nueve, yo el infrascrito cura interino del Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral, bauticé solemnemente a Eva, nacida el día veintiocho del mes de mayo del corriente año, hija legítima de Manuel María Pellerano y Teresa de Castro, feligreses de esta parroquia; fueron sus padrinos Juan Bautista Pellerano y María Antonia de la Concha, a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones. Testigo Simón Gómez. Doy Fe. José María Meriño”.
Eva formó parte del primer grupo de maestras graduadas por Salomé Ureña. El 9 de enero de 1896 fundó junto a Luisa Ozema el Instituto de Señoritas y el primero de septiembre de 1897 la entidad cambió su nombre por el de “Instituto Salomé Ureña”. Centenares de maestras normales se graduaron en él, “muchas ganaron diplomas universitarios y casi la universalidad de las maestras de escuelas de la capital dominicana procedía del benemérito plantel desaparecido en 1936”, consignó Rodríguez Demorizi.
En el ejemplar se recoge el pensar de contemporáneas de las Pellerano afirmando que Eva “tiene la misma dulzura para escribir que su egregia directora”, refiriéndose al Instituto.
Otro dato que aporta el prolífico historiador es que Eva fue profesora auxiliar de Federico Henríquez y Carvajal, esposo de Luisa, y participó en los exámenes de 1887 “especialmente en el que versaba acerca de “la forma”. “Jugando se aprende a conocer la forma; pero el examen fue todo lo serio que es posible esperar en tan alegre grupo”.
Eva y Luisa firman cartas al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública solicitando “asignación conveniente”. Es probable que Eva, como Luisa, creciera en la casa número 40 de la calle “19 de Marzo”. Porque Luisa “siempre estuvo junto a su hermana Eva, de quien recibió colaboración muy eficaz”.
Nora y Ana María. Las hermanas Nora Isabel y Ana María Pellerano Paradas, son sobrinas biznietas de Eva, y aunque conocen las historias y han escrito genealogías de otros miembros de su familia, de Eva solo han encontrado una foto que les facilitó Ilonka Nacidit, donde la maestra figura junto a su hermana, otras colegas, y el breve testimonio de Mercedes Pimentel, alumna, que contaba: “Para todas fue la señorita Eva”. Afirmaba que “era muy dulce”.
Tanto Ana María como su padre Juan Manuel Pellerano Gómez, estuvieron investigando la vida de la maestra, como hicieron con Isabel Amechazurra y con Arturo Bautista Pellerano Castro (Byron). Ana ha sido la más empeñada en buscar datos de su tía y habla decepcionada y curiosa de su infructuosa labor. “¿Cómo ha quedado relegada, tan difuminada, no solo dentro de la familia sino en el proceso de la educación y de los avances feministas? Eva y Luisa Ozema quisieron hacer una diferencia en relación con las mujeres, que estaban marginadas”, expresa.
Nora Isabel reitera el trabajo de rescate de ella y su padre “y no encontramos nada de Eva. Fue como un personaje invisible. Papá hasta mandó a investigar a Curazao, estuvo muy comprometido con darla a conocer”.
“Luisa Ozema siempre sonó más, pero, en mi sentir, los aporte de las dos fueron de gran valor”, acota Nora. Y agrega que “los mayores que tenían información no están, y algunos parientes más jóvenes tienen la curiosidad. Seguiremos investigando”. Las hermanas heredaron de sus tías, la capacidad de servir y educar.
Eva falleció en 1945 y nada se sabe sobre su muerte, excepto un comentario periodístico en el que se afirma que falleció “recientemente” y que sus restos deberían estar junto a los de Luisa Ozema en el cementerio de la avenida Independencia.