Evaluacion por contexto de politicas economicas

Evaluacion por contexto de politicas economicas

POR JOSÉ LUIS ALEMÁN
Es un hecho  que la misma política económica es evaluada de manera distinta según  el contexto desde el cual se la juzgue. Quisiera explorar esta asimetría de pareceres partiendo de la Antropología Económica. Esta a diferencia de la Economía a secas, más interesada en la identificación y formulación de “leyes”  generales de conducta económica que arrancan  de supuestos lógicos de racionalidad  orientada a aumentar la utilidad, no usa ni busca principios generales de comportamiento económico.

La antropología económica estudia cómo el ser humano individual  colocado en un ambiente social específico realiza las clásicas actividades económicas: financiación, producción, distribución y consumo. Enfatiza las relaciones del individuo en contornos culturales específicos y no muestra interés por generalizar lo observado. Por su obsesión por lo concreto observado se nos presenta como candidato ideal para comprender comportamientos contextualizados.

1. El método antropológico

Siguiendo a Carrier (A Handbook of Economic Anthropology, Edwrad Elgar, 2006) conviene recalcar algunas peculiaridades del método antropológico.

     a)El método es esencialmente empírico y naturalista. Se basa en la observación de las vidas de las personas tal como éstas la viven.   A diferencia de otras ciencias sociales que igualan empirismo con “naturalismo” desconfía de  encuestas y de experimentos en laboratorios sociales y económicos por aislar a los sujetos de su medio natural y cultiva la observación directa de las conductas sociales tal como ellas se dan en la vida real:  observación participativa de apreciable duración.

    b)Otra característica de la Antropología la encontramos en el estudio de la relación existente entre lo que se afirma o niega, por una parte, y lo que se hace o no, por otra parte. De modo general podemos distinguir entonces entre la cultura y la conducta. La cultura influye en la conducta pero también ésta sobre  aquella.

       De esta dualidad se desprende que la Antropología a pesar de la prioridad de la observación de la conducta de los individuos no abstrae totalmente  de construcciones generales como culturas y subcultura diferenciadas aunque trata de elaborarlas partiendo más de la observación que de  la deducción.

    c) Para el economista resulta llamativa y hasta poco comprensible la actitud negativa  del antropólogo contra leyes generales relativas a la conducta humana.

      No agradan a los antropólogos afirmaciones como la maximización de la utilidad o la “tenencia general”de la naturaleza humana a intercambiar y cambiar una cosa por otra. A pesar de que el estudio de esas transacciones económicas ocupa un lugar central en la Antropología Económica el antropólogo acentúa que la gente en una misma sociedad, para no hablar de otras sociedades, comercian y dan sentido a esas actividades de maneras diversas. Aun cuando ven la lógica y el atractivo de las generalizaciones se inclinan a pensar que son de poca utilidad práctica para comprender cómo viven los individuos su vida. Habría que elaborar tanto los contenidos de esas leyes sociales en términos de su contextualización concreta que la “universalidad” o la “generalidad” serían irreconocibles.

     En términos filosóficos podemos decir que el antropólogo recalca de tal manera la importancia de lo real concreto que relativiza la objetividad de lo universal y que tiende a cultivar una disciplina más ideográfica y particularizante que nomotética o generalizante. Sin embargo de lo particular no hay ciencia.

     d) A pesar de esta desconfianza hacia lo general no puede el antropólogo prescindir de la construcción a partir de la observación de algunos esquemas  o patrones culturales  generales sin los cuales no hay forma de  diferenciar  observaciones que revelen heterogeneidades locales o grupales entre las mismas actividades.

      Meillassoux, por ejemplo, al estudiar las aldeas africanas se ve forzado a identificarlas como un ordenamiento social nacido de dos instituciones: la colonial y la tribal. El sistema colonial que abarcaba también las firmas extranjeras se orientaba al mantenimiento de bajos salarios  muy por encima, sin embargo,  de las posibilidades que ofrecían  las tecnologías tradicionales de la aldea tribal sometidas en general a ciclos de trabajo-ocio estacionales. El flujo de trabajadores ciudad-aldea crea un nuevo sistema de relaciones entre la ciudad y la aldea.

       Mucha más conocida entre nosotros es la “subcultura de la pobreza” de Oscar Lewis. Para diferenciar dentro de una misma sociedad las peculiaridades culturales económicas   de los  pobres sin empleo estable en ciudades modernas, parte Lewis de la formación en barrios marginados de una organización social propia  que reproduce y elabora  un conjunto de valores culturales y conductas típicos de los pueblos y campos de los que proceden sus moradores que aunque hacen tolerables su pobreza dificultan la  movilidad vertical de los pobres: falta de estrategias y planes  a largo plazo, débil estructura familiar matrifocal, etos de consumo más que de producción…

      De una u otra manera la observación repetida de lo individual por muchas variantes que ofrezca tiende a la formulación si no de leyes al menos de tipos de conducta y de cultura. Las diferencias de fondo con la Economía son, sin embargo, notables.

e) Muchos economistas tendemos por formación profesional  ha identificar las actividades económicas con resultados de una especie de cálculo intelectual que  la gente usa para tomar decisiones (por ejemplo maximización, restringida o no, de la utilidad) lo que acentúa en Economía la forma de pensar y de decidir y resta importancia al contenido. Gary Becker es un ejemplo monumental de esta forma de concebir la economía. Los antropólogos, en cambio, se refieren a lo económico en su “sustancia”: lo que los miembros de una comunidad buscan en sus transacciones y en el marco concreto de otras actividades aun económicas ( financiación, consumo, producción), de mercados y de otras instituciones sociales.

    El antropólogo más que hablar de una  actividad económica concreta excluyendo las demás busca su sentido total en el marco de la sociedad. No puede entender entonces  metodológicamente que una actividad económica pueda ser comprendida como resultado de la decisión utilitarista maximizante de un actor individualista que prescinde de sus vinculaciones con otras personas  y que no tiene  en cuenta otras esferas de la vida: relaciones sociales, ambientales, de poder, de significación, de ritos…

f) En conclusión: existe una manera distinta de la Economía de estudiar y sobre todo de evaluar  fenómenos económicos. Sin duda ese otro modo de estudio de lo económico, inspirada en Boas, Durkheim y Malinowski ha sido reconocido como científico desde hace tiempo. Su objetivo me está claro: intenta estudiar la práctica económica  individual en toda su riqueza de relaciones con las demás esferas culturales e institucionales. Trata de comprender toda la riqueza del microcosmos de lo concreto real.

      La Economía “pura”, en cambio, prescinde en su estudio de las relaciones del agente económico individual con otros miembros de la sociedad (excepto para “agregar” los resultados de todos los individuos), de formas de operar mentalmente distintas de la optimización y de todas las organizaciones sociales. Pero precisamente por su renuencia a tomar en cuenta lo que existe para moverse dentro del sector “económico” definido por esos parámetros, o sea para renunciar fría y concientemente a la complejidad de lo real, ha sido exitosa en la construcción de un cuerpo doctrinal e instrumental útil.

     Frente a la Antropología Económica la Economía resulta aburrida, fría, irreal. Como dijera Galileo contra la opinión de teólogos fundamentalistas que se empeñaban en defender con citas de  la Escritura la quietud de la tierra como centro del cosmos: sí …pero se mueve; produce aunque comprenda menos.

2. La evaluación de las políticas económicas.

Unas palabras para la identificación de evaluaciones distintas de políticas económicas por parte de dos grandes grupos sociales que llamaré por brevedad aunque no por exactitud: “élites” y “pueblo”. Después, previa confesión de mi limitada competencia en el área, resumiré lo que las obras de algunos historiadores-antropólogos me sugieren sobre la evaluación del “pueblo”dominicano.

a) La Economía  avanza como si el proceso de evaluación  de políticas económicas fuese relativamente idéntico en todas las latitudes y tiempos en  los cuales las actividades económicas estén monetizadas. En este presupuesto no tiene fácil cabida evaluar la actividad y políticas económicas según el grado de desarrollo económico-social. Sin embargo la historia latinoamericana del último siglo muestra una transformación económico social sin paralelos previos.

       La mayor parte de los países de América Latina están viviendo o vivieron ya en el siglo XX  el paso de economías de subsistencia con claras reglas de comportamiento social a economías globales de mercado de productores y consumidores atomizados.

      En las economías de subsistencia  gran parte de la población producía para su consumo, abundaban los regalos sin obligación de respuesta en términos cuantitativos o cualitativos, las relaciones económicas se desenvolvían en  íntima unión con las sociales, familiares,  religiosas y culturales,  la mayor parte de la población controlaba sus medios de producción especialmente tierra e instrumentos de trabajo artesanal, y  la población urbana era relativamente pequeña.

      La economía global de mercado presenta características contrarias: producción para el mercado, cambio a “igualdad”, actividades atomizadas, poco o ningún dominio de los medios de producción y abundante población urbana con pocas posibilidades de  empleo y de aplicación de las normas sociales y morales aprendidas en el campo.

      Un serio error interpretativo hace descansar las causas de esta transformación en factores tecnológicos de producción y mercadeo tratando solamente de paso los demográficos (explosión de la población), territoriales (límites de tierra), legales  (documentación de la propiedad) y los medios de comunicación que rompen la eterna horizontalidad del tiempo para señalar con sensibilidad virtual pero intensa el mundo de consumo sin tutela que ha de venir o mejor que ya está en medio de nosotros.

Al ¨pueblo¨ entre pasado ¨ entre pasado y el futuro le cuesta dar sentido intelectual a su situación. En consecuencia tiende a ver su vida en este mundo en transformación como un todo: Si le va bien mejor, si le va mal de forma global, peor. A lo que no esta acostumbrado y en buena parte ni le va ni le viene es a evaluar lo ¨económico¨ como algo que puede irle bien aunque le vaya mal en la salud, la familia, los amores o cualquier otra faceta en que las ¨élites¨ dividimos la existencia.

b) Las ¨élites¨ en cambio nos hemos acostumbrado a considerar lo económico como una realidad que existe independientemente de otras pero que es de importancia fundamental para ellas. Si prosperamos económicamente, si aumentan nuestros ingresos y activos, podemos gozar de salud, de status, de poder… Si empeoran nuestros ingresos, nos irá mal en todo lo demás.

   Podemos entonces evaluar lo económico personal y de alli la calidad de políticas económicas que le afecten. Aunque ya el padre de la Economía del Bienestar, Pigou, había propuesto dos indicadores mensurables: aumento del producto (del famoso PIB) y su mas equitativa distribución entre los sectores de ingreso, los políticos y los economistas logramos la hazaña de convencer a la opinión publica y a la academia de que basta como criterio fundamental de evaluación de políticas económicas el aumento del PBI promedio por persona.

¡Una medida estadística que ni siquiera dice nada sobre el ingreso del individuo ¨representativo¨ de todos nosotros!

    Atrás quedó la mejora de la distribución del ingreso y de los diferentes indicadores de desarrollo humano y de pobreza propuestos por las Naciones Unidas.

3. Conclusión

   Los criterios en boga de evaluación de políticas en uso por la Economía se levantan sobre una artificial y muy cuestionable estructura lógica. El ¨pueblo¨ no los entiende.

   Las ¨elites¨ hacemos como que los entendemos y que juegan un papel clave en la actividad humana aunque no dicen gran cosa sobre nuestro bienestar y el ajeno.

   La belleza y la lógica de la Antropología Económica cautivan a quien camina en búsqueda de compresión de la realidad total del ser humano pero no a quien busca mejorarla. No osa otro cambio que no vea la vuelta al hombre original y a la naturaleza primera. El hombre contemplativo y el hombre activo (¨faber¨) no se llevan.

   ¿Qué hacer? La única y banal respuesta provisional sería: estudia Economía pero vuelve siempre a la Antropología o al menos a la narrativa del género de historia y de literatura que hurga la realidad concreta global de las personas que existen.

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