Evalúan estilo presidente Suprema EU

Evalúan estilo presidente Suprema EU

Por LINDA GREENHOUSE 
 WASHINGTON.-
Al redactar en abril un fallo unánime de la Suprema Corte, su presidente John G. Roberts Jr. encontró que la policía en Brigham City, Utah, actuó adecuadamente al entrar a una casa sin una orden judicial después de que se asomaron por una ventana y vieron una pelea en progreso que había dejado a un hombre escupiendo sangre.

“El papel de un agente policial incluye evitar la violencia y restablecer el orden, no simplemente brindar la primera ayuda a las víctimas”, dijo el presidente de la Suprema Corte, rechazando el argumento de que la policía debía haber esperado hasta que el altercado terminara más concluyentemente. “Un agente no es como un árbitro de boxeo (o hockey), que debe detener los golpes sólo si se inclina demasiado hacia un lado”, explicó.

La comparación deportiva del presidente del tribunal supremo animó a los blogs legales. Algunos encontraron inadecuada su referencia al boxeo. “íTodo el boxeo gira en torno a la pelea!”, escribió un participante del blog Althouse, operado por Ann Althouse, profesora de derecho de la Universidad de Wisconsin.

Otros abordaron la referencia al hockey. “Dada toda la protección que los jugadores de hockey usan, ser golpeado por un oponente difícilmente es más importante que ser golpeado por un infante”, dijo uno.

Finalmente, otro escritor dio un paso atrás y observó que “esto demuestra otro lado de Roberts como buen escritor: mostrar algo de humor irónico y que está enterado de otras cosas”.

No es de sorprender que todos los votos del nuevo presidente de la Suprema Corte sea tabulado y sometido a escrutinio. Pero sí que lo sean todas sus metáforas. Más allá de John Roberts el presidente del tribunal, ¿este primer mandato que ha revelado sobre John Roberts el juez?

Escribió ocho opiniones mayoritarias, aproximadamente la parte justa que le correspondía, dado que hubo 69 opiniones que dividir entre nueve jueces. También redactó tres opiniones de disensión y dos concurrencias. Aunque no una enorme carga de trabajo, es suficiente para transmitir al menos una sensación preliminar de su voz judicial.

Es directo, franco, libre de jerga legal, la voz de un abogado que se ganó la vida vendiendo ideas complicadas a jueces de apelación ocupados bajo estrictas restricciones de tiempo.

El profesor Erwin Chemerinsky de la Escuela de Derecho de la Universidad de Duke, que pasó la última semana editando los casos del mandato para incluirlos en su libro de texto sobre derecho constitucional, dijo que las opiniones de Roberts fueron refrescantemente fáciles de editar comparado con las de la mayoría de los demás jueces. “Su estilo de prosa es claro y fácil de seguir”, dijo Chemerinsky. “Dice en el primer párrafo exactamente de qué trata el caso”.

El profesor Akhil Amar de la Escuela de Derecho de Yale elogió el estilo de Roberts por su “elegancia y economía” así como por la “línea ocasionalmente mordaz” que pudiera aclarar un caso para los lectores legos. Dio dos ejemplos. Uno fue una opinión mayoritaria que rechazó la aplicación del gobierno de la ley de narcóticos federal para impedir que un grupo religioso basado en Brasil importara un té alucinógeno para usar en sus rituales. “El argumento del gobierno se hace eco de la respuesta clásica de los burócratas a través de la historia: “Si hago una excepción con usted, tendré que hacerla con todos, sin excepciones”, escribió el presidente de la Suprema Corte.

El segundo fue una opinión mayoritaria que encontró que el estado de Arkansas había negado el debido proceso al dueño de una casa por embargar y vender su propiedad por no pagar los impuestos correspondientes sin adoptar las medidas razonables para notificarle del riesgo que corría. Refiriéndose a Gary K. Jones, el propietario de la casa, Roberts escribió: “En respuesta al formato regresado que sugiere que Jones no había recibido aviso de que estaba a punto de perder su propiedad, el estado hizo… nada”.

“Esa pincelada es brillante”, dijo Amar. “Todos los ciudadanos comunes pueden comprender la frustración de hacer frente a la estupidez del gobierno”.

Entre los académicos legales, la opinión de Roberts que recibió por mucho más atención fue el rechazo a la recusación constitucional a la Enmienda Solomon, según la cual las universidades pierden todas las concesiones federales si no abren sus puertas a los reclutadores militares. Un grupo de escuelas de derecho argumentaron que el estatuto violaba sus derechos a la libre expresión y libre asociación.

Cuando el caso llegó al tribunal, muchos profesores de derecho que habían apoyado la recusación empezaron a reconsiderarla, temiendo que el argumento de la Primera Enmienda, de ser aceptado, socavara muchas leyes antidiscriminación al permitir que fanáticos fueran excluidos en nombre de la libre asociación. Incluso los liberales, o quizá especialmente los liberales, se sintieron por ello aliviados por la conclusión del presidente de la Suprema Corte de que como la ley no regulaba la expresión ni la asociación, sino meramente la conducta, no planteaba un problema para la Primera Enmienda.

Jack Balkin, profesor de la Escuela de Derechos de Yale, dijo en su blog que la opinión del presidente del tribunal supremo “fue cuidadosa y hábilmente redactada para no hacerla casi ley nueva”. Balkin dijo que la opinión hizo al caso “parecer fácil al eludir hábilmente todas las cuestiones interesantes de la ley constitucional a la vista”.

Eso plantea la cuestión de si el desempeño del presidente de la Suprema Corte se ajusta a su propio objetivo declarado: ser un juez minimalista que decida no más de lo necesario, un árbitro que simplemente diga si es válido o no. La respuesta es sí, y no.

“Es ‘minimalista’ al reconocer que el tribunal es una institución en funcionamiento con precedentes, historia y tradición”, dijo Frederick Schauer, profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard. “No está introduciendo una gran nueva teoría o una gran nueva perspectiva”.

Por otra parte, el presidente de la Suprema Corte se unió a las opiniones del juez asociado Antonin Scalia en casos ambientales y criminales que llegaron más allá de las disputas específicas a mano para pone en duda suposiciones largo tiempo sostenidas. Y varias de sus opiniones tuvieron un rasgo retórico. “Es un asunto sórdido, este dividirnos por raza”, escribió al disentir de una decisión que aplicaba la Ley de Derechos de Votación para invalidar un distrito congresional de Texas.

Su aparente alergia a citar artículos de revisión de las leyes, o cualquier otra fuente fuera del cuerpo de opiniones publicadas de la corte, es una catacterística asombrosa del enfoque de Roberts. “Es como si las respuestas a todas las preguntas ya existieran, completamente dentro de la corte, para ser extraídas de los casos existentes”, dijo David Barron, profesor de la Escuela de Derecho de Harvard.

Roberts, ex editor administrativo de Harvard Law Reviewm ha citado sólo un artículo de análisis legal, escrito por el juez Henry Friendly, para quien trabajó en el tribunal federal de apelaciones en Nueva York. Fue un gesto amistoso en su primera opinión.

Basarse en el precedente como la única fuente de la ley es un enfoque con fuerzas y debilidades, dijo Barron, señalando que por una parte, el precedente puede ser una pantalla de humo, “un dispositivo retórico para ocultar la inevitable formulación de políticas”, mientras que por la otra, “tiene sus propios efectos de restricción”, haciendo menos probable que un juez adopte un cambio drástico en el statu quo.

Si el primer año de John Roberts es un buen pronóstico del décimo, el vigésimo o el trigésimo está a discusión. Según un nuevo estudio de los científicos políticos Lee Epstein y Jeffrey A. Segal, el presidente de la Suprema Corte Earl Warren votó contra los acusados criminales y litigantes de derechos civiles 62 por ciento del tiempo durante su primer año. Eventualmente, por supuesto, se convirtió en su defensor. Pero esa trayctoria es rara. Los otros presidentes de la Suprema Corte de los últimos 60 años, Fred M. Vinson, Warren E. Burger y William H. Rehnquist — el mentor de Roberts — se mantuvieron fieles a su enfoque inicial.

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