Discutir entre expertos y de cara a la opinión pública el tema de la necesidad y la importancia de la evaluación rigurosa de las políticas públicas, ha sido un gran acierto del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. A muchos parecerá un tema lejano y propio de los académicos y los diseñadores de políticas públicas, pero no lo es. Es un tema que nos debe concernir y alcanzar a todos los ciudadanos. Cada día es creada una mesa de trabajo, un programa, un proyecto y un paquete de acciones que no se enmarcan en ninguna de estas categorías, con propósitos y fines específicos; pero pasa el tiempo y con frecuencia no sabemos si los mismos fueron ejecutados y si alcanzaron sus objetivos. Peor aún, no sabemos si fueron evaluadas o no. En estos días se ha enfatizado, desde el Foro Internacional de Evaluación para el Desarrollo 2023, la importancia de la evaluación rigurosa de los programas de políticas públicas. Llevados de la mano del doctor Michael Kremer, Premio Nobel de Economía 2019, hemos escuchado los grandes beneficios derivados de la evaluación, pero no de cualquier evaluación, sino de una evaluación rigurosa, científica, medible, etcétera. Y se nos ha dicho que debemos abocarnos a evaluar.

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El consejo es saludable, porque evaluar es rendir cuentas, es aprender, es valorar la inversión, es ver los beneficios, es medir los resultados, es valorar las decisiones, es calificar el sentido de oportunidad y es muchas cosas más. En una cultura como la nuestra, la dominicana, sería muy importante que nuestros diseñadores de políticas públicas sepan que sus decisiones y acciones serán evaluadas, que todos, absolutamente todos, tendrán que rendir cuentas de los criterios que presiden sus iniciativas y de los logros específicos alcanzados. Y que los resultados de esas evaluaciones lleguen a la opinión pública.