Llegó el momento para el Gobierno y su burocracia evaluar cómo se está llevando a cabo el trabajo de restauración de los daños dejados por el huracán Fiona en todo el país, particularmente en las 12 provincias declaradas en estado de emergencia. Hay que determinar si la gestión en marcha es la necesaria en una tarea de tanta envergadura y averiguar si las quejas que ya empiezan a escucharse de parte de los damnificados son válidas o no. Los gobiernos del pasado han recibido distintas puntuaciones por su labor post tormentas y post huracanes. Ha habido gestiones muy válidas y ha habido otras francamente desastrosas. Los hechos están ahí, en algunos lugares tenemos damnificados arrumbados desde hace treinta años.
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No estaría mal mirar ambas experiencias con interés de aprendizaje. En el caso presente, es evidente que desde el primer día del paso de Fiona el Presidente de la República ha mostrado alto interés en dar una respuesta oportuna, eficiente y conforme a las necesidades. Las necesidades están ahí, las dejó el huracán a su paso, y los recursos igualmente están disponibles. La cuestión es la gestión, la capacidad de gestión, el cómo hacer el trabajo con eficiencia, prontitud y humanidad. Por esto es que nos parece que ya debe hacerse una evaluación crítica de lo hecho hasta el momento y determinar dónde se necesitan recursos humanos capacitados en la distribución de las responsabilidades, con tiempos y tareas explicitadas. No puede olvidarse que por definición toda burocracia estatal suele ser lenta y con frecuencia inexperta.