Evangélicos llaman a adecentar la actividad política

Evangélicos llaman a adecentar la actividad política

Los dirigentes del sector evangélico criticaron ayer el alto índice de pobreza, la cantidad de reclusos preventivos, la elevada tasa de delincuentes y de crímenes pasionales, el endeudamiento externo y la corrupción a todos los niveles, por lo que llamaron a adecentar la política en la República Dominicana.

Durante la “Cuadragésima Concentración Nacional” celebrada en el Estadio Olímpico en la capital, donde asistieron miles de evangélicos, en su mensaje pastoral, el presidente de la Confederación de la Unidad Evangélica (CODUE), reverendo Reynaldo Franco Aquino, dijo que en el país no se puede prolongar más las situaciones de conflictos, de desconfianza, de inhumanidad, de trampas y de infidelidades.

Asimismo, abogó por la construcción de un camino de paz y concordia y la siembra de las semillas para un nuevo futuro, con la exhibición de un comportamiento solidario para edificar juntos una nación justa, fraterna y limpia.

«Los evangélicos reiteramos que no se puede prolongar más en el país las situaciones de conflictos, de desconfianza, de inhumanidad, de trampas, de traiciones. Hay que construir un camino de paz y concordia, sembrando las semillas del futuro, exhibiendo un comportamiento solidario y edificando, todos juntos, una estructura de nación justa, fraterna y limpia donde Dios se sienta complacido», sostuvo el presidente de la CODUE.

Expresó que los evangélicos también aspiran a una nación inspirada en los valores del evangelio, identificada con los que sufren y que como pueblo de Dios, se sumarán a trabajar sin contemplar diferencias sociales, políticas y religiosas, hasta ver a los dominicanos postrados a los pies de Jesús.

Sostuvo que, al parecer, el debate político es lo más relevante en la nación, porque se habla de política los doce meses del año y se deja de lado los grandes temas que hay que abordar para impulsar una agenda nacional de desarrollo.

Dijo que exigen a los dirigentes políticos que cambien su comportamiento apuntando hacia la prudencia y la fuerza moral y que deben tener presente que también los evangélicos los están observando.

Advirtió que la fe y los evangélicos no son un patrimonio exclusivo de ningún partido, no se andan vendiendo al mejor postor, ni se prestan, traspasan ni se venden.

El presidente de CODUE llamó “al pueblo de Dios”, en alusión a los evangélicos, a involucrarse militantemente durante todo este mes a la jornada nacional de oración por el país y en el próximo proceso electoral, que acudan a votar, pero no desorientados, sino por el candidato menos malo y por el que se considere que más responda a la voluntad de Dios y al interés de su reino.

Advirtió que este año estará plagado, como siempre, de chantajes, disfraces coacciones, sobornos miserables y corrupción, y dijo entender que la Junta Central Electoral tiene la obligación de actuar de cara al sol y ser promotora para que se aborde la urgente necesidad de profundizar una propuesta de reestructuración integral de la cultura política, donde no se incite al odio, venganzas, divisiones, calumnias, se respete la dignidad humana y se promueva el diálogo.

Rechazó la globalización, porque ve a los seres humanos como objetos desechables, abogó por una iglesia de cambio que asuma con altura y valor su rol profético, aunque corra el riesgo de ser mal interpretada y por una iglesia que anime, aliente y oriente hacia un rumbo seguro.

Expresó que ya basta del cinismo político, de oportunistas, de retroceso democrático, por parte de quienes buscan intereses económicos egoístas y de los profanadores constantes por inmoralidad y materialismo, del santuario de la familia.

Se comprometió a luchar sin tregua por colocar el evangelio y defender y establecer en la conciencia de los ciudadanos, los valores de la Biblia, para que la patria pueda crecer en armonía promoviendo valores como la integridad, la ética individual y colectiva, impulsando el desarrollo económico, el valor de trabajo, la productividad, el final de la desigualdad religiosa y la separación verdadera de la iglesia y el Estado.

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