Evangelina Rodríguez, cien años después

Evangelina Rodríguez, cien años después

El 29 de diciembre de 1911 concluía sus estudios de medicina Evangelina Rodríguez, al presentar su tesis de grado intitulada Niños con excitación cerebral, obteniendo una calificación de sobresaliente (ante un jurado encabezado por un honorable médico que tenía fama de misógino) marcando un hito, porque hacía añicos una teoría absurda que descalificaba a la mujer para actividades profesionales, principalmente en el área médica. Constituía el triunfo no sólo de Evangelina, sino de quienes habían preparado el ambiente para ese histórico acontecimiento: Eugenio María de Hostos, Salomé Ureña y Luisa Ozema Pellerano, líderes del polo opuesto a la negativa de la educación de la mujer.

La histórica finalización de los estudios de medicina de Evangelina (el diploma fue expedido en 1919) no alcanzó una gran trascendencia en su momento, la sociedad estaba zarandeada por la sórdida represión política que desarrollaba la brutal Guardia Republicana (que en la primera semana de 1912 conmovió al país con el asesinato del inmenso líder político Santiago Guzmán Espaillat, señalado por la mayoría de sus coetáneos como el próximo Presidente de la República) no obstante medios de comunicación de la época se hicieron eco de la importante noticia, entre otros la revista Ateneo dirigida por Federico Henríquez y Carvajal, un fervoroso hostosiano, y el periódico La Voz del Sur, de San Cristóbal. Evangelina, una humilde ciudadana muy pobre de la región Este, había logrado acceso a la educación amparada en la campaña desarrollada por las personalidades antes mencionadas que crearon las condiciones para ese parto profesional, formando a la ilustre maestra Anacaona Moscoso, encargada de trasmitir sus conocimientos en el Este del país. Allí en su escuela de señoritas Evangelina logra alcanzar el título de maestra normal y luego ingresa al Instituto Profesional.

Su sorpresiva matriculación en la escuela de medicina no fue motivo de polémica, pese a su “rareza”, sencillamente los discípulos de Hostos tenían el control de las instancias académicas de esa institución educativa. Su decisión de optar por esa disciplina posiblemente fue estimulada por su maestra Anacaona Moscoso, cuyo hermano Francisco era un brillante estudiante de medicina, y obviamente en su inscripción libre de obstáculo es indudable que alguna participación  se debe atribuir a Luisa Ozema Pellerano, quien había sido su madrina de graduación como maestra normal. La maestra Pellerano en este periodo era la mujer más influyente en la sociedad, por su principalía intelectual.

Aunque luzca inverosímil, cien años después de concluidos sus estudios de medicina Evangelina Rodríguez debe seguir rompiendo barreras, obstáculos absurdos, como el sacrilegio cometido al abolir la designación con su nombre procero del Hospital de Maternidad de la Mujer bajo alegatos harto baladíes, indicando que “era un inconveniente la repetición de su nombre en dos centros de salud”. Refiriéndose a la Clínica Profamilia Dra. Evangelina Rodríguez, la sola inclusión del término Profamilia (organización encargada de esa clínica) la diferencia del concepto Hospital de Maternidad de la Mujer Dra. Evangelina Rodríguez. Hace más de 50 años desarrollan sus labores sin inconvenientes el Hospital Psiquiátrico Padre Billini y el Hospital Padre Billini. La realidad monda y lironda es que todavía hay sectores que se resisten a admitir que una paupérrima ciudadana del Este fuese la primera médica dominicana.

Esa decisión aberrante se produjo durante el gobierno anterior, pero las actuales autoridades la han corroborado, se entiende una coherencia con la vituperable medida de marras. Debo señalar que el pasado año se solicitó de modo formal (a través del Colegio Médico) al distinguido Señor Presidente de la República que recomendara al Consejo Directivo del IDSS que ejecutara tan justiciera reparación moral e histórica.

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