Evasión por malgastar y sobre-tributar

Evasión por malgastar y sobre-tributar

Al gobierno le es aplicable la admonición evangélica “mirar la paja en ojo ajeno pero no la viga en su propio ojo”. Enrostra a gobernados la culpa de la evasión fiscal que considera la causante de la fiscalidad deficitaria que nos amenaza; pero no reconoce ser el causante de evasión al sobrecargar excesivamente, en costos y procedimientos, el sistema tributario. Y al malgastar los RD$2,200 millones que cada día laborable pagamos los contribuyentes.
El Ministro de Hacienda, por ejemplo, se quejó recientemente que no se efectúan movilizaciones contra la evasión como las que se organizan contra la corrupción.
El gobierno ignora, pretende o quiere ignorar que la principal causa de la evasión la constituyen sus políticas y procederes fiscales: de gasto y tributación.
El buen gasto constituye el mejor y mayor estímulo a la tributación. Los ciudadanos contribuimos con gusto cuando vemos reciprocados nuestras contribuciones en adecuados servicios gubernamentales: seguridad ciudadana, aseo donde vivimos, transportación sin taponamientos, energía buena y barata, salubridad, educación, infraestructura de apoyo a la economía, etc.
Por el contrario resistimos contribuir cuando se malgasta: en conceptos innecesarios como reconstruir sobre lo construido, cambiar uniformes escolares, hipertrofia burocrática obstaculizadora de servicios, subsidios que generan actitudes de dependencia económica y política, obras mal localizadas y peor construidas que no resisten mínimos fenómenos meteorológicos, destinos sin resultados como lo gastado en regularizar indocumentados, etc.
Pero sobre todo, desestimula la tributación cuando el malgasto va acompañado de corrupción: costos aumentados para pagar sobornos (ODEBRECHT), contrataciones privilegiadas a allegados al régimen (Punta Catalina), coerción para asociar ofertantes con funcionarios con maleantes insertados en burocracia (OMSA), extorsión al efectuar los pagos (OISOE), disposición irregular de patrimonio público (CEA) o venta a precio vil (CORDE).
Y más aún cuanto las autoridades del Estado practican o inducen impunidad, desde la jefatura suprema que ha admitido ignorar la obligatoriedad y sanciones de leyes como la Declaración Jurada de Bienes o de función pública que prohíbe doble remuneración; o timidez al aplicar sanciones alrededor de sobornos admitidos. Pero también: Cámara de Cuentas que audita selectivamente, JCE que retuerce el sometimiento de autores de fraudes políticos y financieros.
Muchos impuestos pagamos los dominicanos para financiar un gasto así concebido e implementado.
Y también por el empuje hacia la informalidad precursora de evasión que ejerce el complicado sistema tributario diseñado por el peledeísmo, caracterizado por múltiples tributos y elevadas tasas.
Coincidimos que se impone una movilización social tributaria como extrañan autoridades. Pero debería tener como norte mejorar calidad del gasto y simplificar sistema tributario; temas pendientes del pacto fiscal mandado legalmente (Ley 1’12) que el gobierno huye celebrar como al diablo a la cruz.

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