Evasiones, de Chiqui Vicioso
Una odisea entre el mito y la historia

Evasiones, de Chiqui Vicioso <BR>Una odisea entre el mito y la historia

POR MIGUEL D. MENA
Si cada día se hace más difícil escribir poesía, mucho más difícil será leerla.  La palabra lanzada al papel cae entre una miríada de palabras ya dichas, oídas, percibidas, machacadas, sentidas. Se necesita encontrar un nuevo filo, entresacar el relumbre, la dación del asombro al terminar la frase, la gravidez de la imagen con ese punto final que siempre será denso como la muerte.

El poema se constituye entre ritmos, saberes, apuestas.

¿Qué queda después de poema?

Podría uno preguntarse si será posible la poesía después de Auschwitz, como se preguntarían los de la Escuela de Frankfurt.

Pienso en una estructura ósea del poema que se nos crea dentro de los primeros estadios de nuestra formación emocional: O la sequedad de un Vallejo o las esponjas siempre húmedas de un Neruda o la sensación de estar perdiéndose tras cada haikú.

Hay un período en la vida en que los dados famosos de Mallarmé ya están echados, de manera que siempre estaremos leyendo un mismo poema.

Lo más importante del poema son los silencios que puede convocar, los vacíos por donde se cuela la palabra propia, ese anudamiento de lo que traigo y lo que se me lanza desde la página.

 «Eva/Sión/Es» es un poemario denso, novedoso en cuanto se presenta simultáneamente en tres idiomas, los que conforman la esencia del Caribe: castellano, inglés y francés.

La poeta Chiqui Vicioso ha tejido un mapa formalmente caribeño. Digo formal porque en su caso Caribe designa, más que una realidad geográfica, la metáfora de lo que se pierde a cada instante.

No estamos frente a una geografía, sino a los restos de un naufragio inmenso, a una contabilidad tras el huracán.

Casualidades y encantos que a veces trae la lengua: en lo que se evade están los mitos de Eva, de la «Sión» que en verdad es el Zión bíblico y del «estar».

Chiqui Vicioso se aferra a este desglosamiento del sustantivo y le saca brillo.

Estamos frente a 44 fragmentos que nos lanzan a la vez a una sensación de estar armando el rompecabezas de la imago mundi donde se sustenta este ser caribeño.

Las alfombras comienzan disponiéndose con un aliento decididamente bíblico.

Lo primero y más decididamente caribeño es el agua que nos une.

Difícil que será todo camino si en los bordes y en el centro la única raya es la solar, el único color el azul o el verde, es decir, lo profundo, lo único claro la espuma que escupe el mar de esclavos y piratas y sueños y derrotas.

Nuestra poeta comienza entonces a desatar todos los dioses, deidades, mitos de Occidente y mitos antiguos y comienza a tallar la estatura de lo que se es en este su Caribe.

Lo suyo, entre todas las evocaciones de roturas y desembarques y pérdidas, el hilo que teje su discurso entrama la condición de la mujer.

El experimento en Chiqui Vicioso no es nuevo. Tendríamos que recordar aquí un trabajo comenzado en los ochenta y que tiene que ver con el poner en escena a la mujer y la/su Historia. Emily Dickinson, Salomé Ureña, Camila Henríquez Ureña, Julia de Burgos, Aída Cartagena Portalatín, Julia Álvarez, han sido algunos de sus autoras y temas esenciales.

Y no sólo las mujeres de letras y de historias. «Whisky Sour» fue un experimento dramático donde se trataba ese tránsito de edades, deseos y sentimientos, con una pizca de humor y mucho de dolor.

«Eva/Sión/Es» completa esta línea de trabajo. Del poema primero al veintitrés la mujer el mapa caribeño adquiere formas femeninas. Desde el veinticuatro hay un nuevo tempo:

Desplazada de mi tribu
encadenada bestia
al violento temor
de los vencedores
decidí desatar mis velas
y construirme un mar
a la medida

Desde aquí Chiqui Vicioso se propone recuperar cierta tradición de lucha reivindicativa en cuanto a la cuestión de género que tibiamente se perfiló en Salomé Ureña y decididamente comenzó Aída Cartagena Portalatín.

Por otra parte, nuestra autora está volviendo a sí misma y a un poema para mí fundamental dentro de su poética: «Un extraño ulular traía el viento» (1985).

Vertical me alumbro
y rompo aguas
en una manera de desafíos
y maldiciones

Como los obreros que salen en la gran película del expresionismo alemán, Metrópolis, de Fritz Lang, aquí las mujeres/obreras hormiguean en la historia de combates, en el duro y diario trajinar de las zonas francas y en el reto que representa el cruce por el Canal de la Mona.

Vicioso sin embargo no cae en propuestas discursivas explícitas.

Ya no estamos en los tiempos del mensaje ni de los titulares, pero aún así, hay una apropiación de un dolor colectivo, de una cotidianidad que aturde y a veces de un principio de placer.

Lo que vertebra episódicamente el poema es la historia de mujeres en la gran Historia y el perjurio del patriarcalismo con su estela de benefactores, patrones, machos y maridos.

Se entra y se sale de la historia para luego entrar en mitos griegos y en titulares que nos hablan de soledades.

El final está abierto. En «Eva-Sion-Es», de Chiqui Vicioso, no hay ni se espera propiamente un final. Hay una sensación de que esta maquinaria sigue calentándose, de que estaremos en este Caribe sin saber qué seremos pero advirtiendo talvez dónde estaremos.

«Eva-Sión-Es» es la propuesta de leernos en el desencanto de la historia y la dura frescura de este tiempo en todos los tiempos.

http://www.cielonaranja.com
Espacio ::: Pensamiento :::
Caribe ::: Dominicano

Publicaciones Relacionadas

Más leídas