Evasor y malversador: La palma y el coco

Evasor y malversador: La palma y el coco

Conozco de cerca a ex funcionarios de los cuales he aprendido algo acerca de los conflictos de interés que se les presentan a los trabajadores del Estado cuando tratan de hacer las cosas correctamente. A menudo los colegas del partido les demandan favores que confligen con las leyes y con las normas de la buena administración. Otras, son amigos y familiares, que demandan favores no éticos. Toda posición de autoridad  implica la probabilidad de cometer injusticia y error, sea un padre, un maestro, un juez o un mandatario.

Pero existen innumerables momentos en los cuales un gobernante o funcionario tiene perfecta libertad para hacer bien las cosas. Con cierta frecuencia algunos funcionarios se quejan contra la corrupción privada, de los empresarios que tratan de sobornar funcionarios y trabajadores públicos, que evaden impuestos, realizan contrabando, lavado de dineros sucios, y otras diabluras, incluyendo la “compra” fraudulenta de leyes en el Congreso y de sentencias en los tribunales.

Pero de igual modo, y aún más  “popular” es que empresarios y ciudadanos acusen a los funcionarios y a los políticos de corrupción y mal uso de los dineros públicos. Pocas personas creen hoy por hoy en los esfuerzos que hacen determinados organismos especializados para perseguir la corrupción pública.

Pero nadie o casi nadie habla de castigar a los empresarios y ciudadanos que participen o tengan la iniciativa de sobornar a un funcionario, de evadir impuestos o de defraudar al fisco.

Muchos nos animamos, precipitadamente, con los aumentos de las tasas impositivas que han tenido lugar en los últimos gobiernos, pensando en que si los gobiernos subían los impuestos, los empresarios y los ciudadanos nos uniríamos para exigirles a los gobiernos un uso más pulcro y transparente de los recursos de erario.

Lo que ha sucedido, en cambio, es un aumento del descaro y el cinismo con que el Gobierno de turno abusa de los fondos públicos y de lo poco y mal que rinde cuentas. Recientemente escuché la queja de un funcionario quien le atribuyó bastante probidad, por la gran tendencia a la evasión, a la doble contabilidad y al fraude de los empresarios. Existe una especie de duelo no oralizado de acusaciones de contrapunto: Unos, que aquellos son evasores, contrabandistas tramposos, y otros, que aquellos son ineficientes, vagos, corruptos y malversadores. Recuerdan el contrapunto cibaeño: “Tu eres la palma, yo soy el coco, ni sirves tu, ni yo tampoco”. Necesitamos revertir estos procesos perversos y pactar por el país, para que todos paguemos la electricidad y los impuestos, pero que el Gobierno los use con racionalidad y transparencia. Para que haya Estado, para que haya nación, para que haya futuro.

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