Se pronostica que este año la econo- mía crecerá entre 5.5% y 6.0%
A la política monetaria que nos ha sacado de lo más profundo de la crisis le queda mucho recorrido. Tiene abundantes balas en la recámara para el control de los precios con crecimiento del PIB.
La semana pasada, y sin presentar las pruebas como es mandatorio, un economista dijo que se habían agotado los instrumentos de la política monetaria. Aunque es suficiente para demostrar que está equivocado, no cito el amplio margen que prevalece para rebajar la tasa de referencia y las demás tasas que de ella dependen.
Tampoco las comparo con la de otros países de la Región que la han exprimido casi hasta el límite y que, no obstante, no hablan de agotamiento.
Por varios motivos se equivocó con su conclusión absoluta. No analizó los resultados logrados por la economía con las muchas medidas monetarias precautorias ortodoxas y novedosas de calado, que en un momento excepcional el Banco Central puso en vigencia, las cuales, primero, limitaron el daño económico y social, y ahora enfrentan la grave crisis impulsando el crédito en pesos al sector privado para financiar la recuperación. Como lo hicieron el FMI, Banco Mundial, Cepal y bancos de inversión, constataron su efectividad, y valorizaron la abundante capacidad de la política monetaria para enfrentar shocks internos y externos.
Tampoco tomó en cuenta el aumento de velocidad del mecanismo de trasmisión al sector bancario y a la economía de la política monetaria.
No consideró que la reducción del costo del dinero ha tenido efecto doble, por un lado, hizo más atractivo el crédito al consumo y a la producción, y, por otro lado, los bancos comerciales necesitan aumentar el volumen prestado para preservar beneficios y rentabilidad.
Que por esos motivos de la liquidez adicional para préstamos ascendente a RD$215 mil millones, alrededor de 5% del PIB, han desembolsado RD$82 mil millones a familias y empresas micro, pequeña y mediana.
Y por el volumen de los nuevos financiamientos a bajo costo fue que, desde la caída sin precedente del PIB de -29.8% en abril 2020, se inició un proceso de repunte de las actividades económicas, para sin tregua ocho meses después (diciembre) cerrar en -1.0% y en -6.7% el promedio del año.
Si en 2020 se evaporaron seis puntos siete décimas del PIB, se pronostica que este año la economía recuperará tres cuartas partes, crecerá entre 5.5% y 6.0%, gracias al notable avance del consumo de familias e inversión de las empresas (demanda interna), y esto lo agrego yo, a pesar de que, por mayor ritmo de las importaciones versus las exportaciones, tendremos aportación negativa del sector exterior.
Está claro, si tras doce meses de pandemia el crédito en pesos crece a una tasa interanual de 8%, carece de sentido decir que la política monetaria se agotó.
Como las evidencias estadísticas sugieren que con financiamiento barato crece el consumo y la inversión, demostrando que ambas decisiones son sensibles al costo del dinero, mientras no se logre estabilizar el crecimiento alrededor de su potencial preservando los precios estables, la política monetaria seguirá actuando con contundencia, desenfundando de su arsenal de herramientas.
Dispone de amplio margen de maniobra, incluyendo espacios para seguir bajando los intereses. Y credibilidad ganada.