Evitar lo peor

Evitar lo peor

Quisiera escribir de temas diferentes, saltarme el político. Sin embargo, a poco más de dos meses de las elecciones, es un deber compartir  convicciones y dudas sobre quienes nos van a gobernar. Lavarse las manos es irresponsable.

En el debate se destacan dos temas. El primero, sobre el continuismo; y el segundo, sobre el mal  gobierno de Hipólito Mejía.

Las cifras irrebatibles  resultantes de estudios independientes, demuestran que la gestión del PLD ha sido infame. Han dejado esta sociedad corrompida, desmoralizada, narcotizada, insegura, ineducada e insalubre. No hay eufemismos ni demagogias que traspasen  los indicadores numéricos de la realidad.

Las banderas que han quedan flotando las llevan agujereadas. La estabilidad  macro-económica sólo ha beneficiado a los más ricos. Los que dejaron la pobreza han sido pocos. La clase media, indispensable para el progreso y la estabilidad hace malabares intentando sobrevivir el alto costo de la vida.

 Las obras de infraestructuras se terminan manchadas de misterios contables y de irrelevancia social. Los dineros utilizados en ellas, que nadie saben cuántos son ni dónde están, han sido desviados de la educación, de la salud y de proyectos de auténtico desarrollo.

En otras palabras: que si Hipólito lo hizo mal, Leonel, luego de ocho años, lo ha hecho peor.

El candidato Danilo Medina, inteligente estratega político y extraordinario administrador, ha sido el segundo comandante del partido gobernante por  dieciséis años. Se le consideró el válido del mandatario durante los primeros cuatro.

Es lógico sospechar que el candidato Medina represente el continuismo.  Nunca protestó, acusó, o señaló las maldades de sus  compañeros de partido mientras sufrimos desmanes,  abusos de poder, corrupción. Y se reparten los cheques del Estado como si fueran maní tostados. El aspirante a la Presidencia  no se quejó.

Su rebeldía consistió en atreverse a disputarle el poder al caudillo dentro del partido. El atrevimiento resultó  humillante para él y su grupo. Pero siguió callado ante  las tropelías del  gobierno. Nunca se le oyó renegar de aquellos funcionarios que, como el Donald Trump de San Juan de la Maguana, protagonizan un escándalo tras otro.

Más aun. Inicia y se hace acompañar en la boleta  de la Primera Dama,  rodeándose de hombres del anillo palaciego. Los cuatro pilares de su cama lo guardan los angelitos  del Leonel Fernández.

Con ese “background”, ¿acaso  no es lícito  e inteligente asustarse con la amenaza del continuismo? Es casi imposible que pueda zafarse de los vicios de quienes lo rodean, vigilan y auspician, manejando las instituciones del Estado. 

La capacidad del licenciado Danilo Medina, sus bríos y su empeño, han sido empleados en obtener la candidatura y, a seguidas, en tratar de llegar a la Presidencia. Por lo demás, han sido doce años de silencio cómplice. Peca por omisión. ¡Y qué terrible lo que ha omitido denunciar!

Con un simple “corregir lo que está malo”, sin decirnos el defecto y acompañado de los defectuosos, seguirá siendo un  gestor de la dictadura del PLD. Lo peor que nos pudiera pasar.

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