Proyectar culpa y rabia en los demás solo genera emociones negativas
Definitivamente una de los enseñanzas más espinosa de la paternidad/maternidad es el de intentar evitar proyectar nuestras carencias, mandatos culturales (adquiridos en nuestra familia de origen) limitaciones, frustraciones y nuestros sueños fallidos en nuestros hijos. Y muchas veces esto se debe a sentimientos de culpa, y de cómo en ocasiones, lejos de asumirlos y afrontarlos, apuntamos nuestro tiro al exterior con la intención de herir a los demás. A los que normalmente tenemos más cerca, a los que mayormente, más nos aprecian.
Hay una frase que desde siempre me ha impactado: Un padre le dijo a su hijo: “ten cuidado por donde caminas” y el hijo le respondió: “ten cuidado tú, recuerda que yo sigo tus pasos”. Y obviamente, porque más que nuestros consejos, ellos viven observando de cerca cada paso que damos.
Es importante distinguir que en el rol de padres no solo se trata de corregir a un hijo o aconsejarlo, sino de hacer muchas veces una introspección para evaluar qué les estamos proyectando. No es solo pedir o decir, sino inculcar con el ejemplo. Por momentos suena fácil, pero me consta que no es así en la práctica. El estrés del día a día, las preocupaciones, los problemas, las disfuncionalidades dentro del hogar; eso nos genera que estemos emocionalmente ya predispuestos y cualquier “pretexto” nos moviliza y hace que no siempre tomemos las mejores decisiones.
Nadie es perfecto, pero lo importante es distinguir y aceptar que hay algo que mejorar, luego tener el interés de trabajarlo y finalmente respaldarlo con acciones para que no traiga trascendencia en los demás miembros de la familia.
Esa proyección psicológica es un mecanismo de defensa que utilizamos con frecuencia y que conforma en ocasiones, relaciones basadas en la crítica y el abuso.
Reconocer los conflictos y emociones internas antes de culpabilizar a los demás por esas frustraciones, es clave de bienestar psicológico. Quien cae en esto es incapaz de enfrentar sus emociones, conflictos y estados anímicos internos convulsos, y por eso los vuelca sobre los demás en forma de críticas y dinámicas dañinas. Es pensar que el defecto lo tienen otros, pero nunca uno mismo.
Se suelen proyectar esas emociones negativas para de ese modo conseguir ignorar el problema y atribuirlo a los demás, o liberarse de esa carga interna y dejarla en el exterior, en las personas que están a su alrededor, ya que generando culpa en los demás consigue una posición de poder. Asumiendo que no tiene problemas, sino que lo tienen los demás, y el mundo es quien debe moverse su alrededor, no el/ella alrededor del mundo.
“Desde la Universidad de Virginia, por ejemplo, se realizó un estudio donde se comprobó que las excusas, esos recursos tan comunes en nuestro día a día, son también un tipo de proyección psicológica.
A menudo con ello, además de negar evidencias, llegamos a culpabilizar a otros de no poder llevar a cabo ciertas cosas porque no somos capaces de evidenciar un hecho interno”. Debemos comprender que proyectar culpa y rabia en quienes están a nuestro alrededor no va a conseguir más que generar emociones negativas, y nos ocasionará caer en un círculo vicioso a largo plazo, donde esa falsa “sensación de poder” provocará un desplome.
*La autora es Psicóloga Clínica