Evitemos las muertes repentinas

Evitemos las muertes repentinas

El nacer y el morir representan los dos extremos que limitan el espacio-tiempo vital de cada persona. Los registros nacionales de los certificados de defunción permiten realizar cálculos estadísticos para determinar el promedio de tiempo que durará un individuo de cierta demarcación geográfica. En República Dominicana la esperanza de vida para la población en general ronda alrededor de los 75.64 años, de acuerdo al informe de salad de las Américas de 2017. Esa cifra nos coloca en el puesto número 78 a nivel mundial. Costa Rica tiene una media de vida de 81 años. En Japón la media existencial es de 84 años. Nuestra vecina República de Haití tiene la esperanza de vida más baja en las Américas con una marca de 64 años; su puesto a nivel universales el 167.
¿Qué tienen los ticos diferente a los dominicanos? Un nivel educativo muy superior, aunado a un sistema sanitario más adelantado, así como una cultura dietética con alto contenido de frutas. Ocupan la posición número 26 entre los países con dietas más saludables del mundo.
Todos nacemos con una programación genética que contiene mutantes beneficiosas, así como defectuosas, todo depende de si el medio en que nos desarrollamos permite que se expresen a plenitud esas señales genómicas heredadas. De ahí lo sabía de la expresión común de que “Uno nace y el medio lo hace”. Hay infinidad de ejemplos de individuos provenientes de un lugar con prolongada longevidad quienes al mudarse a zonas de corta vida terminan viviendo menos años que sus progenitores.
Si bien es cierto que nuestra población vive más que las generaciones pasadas, también son muy visibles las áreas a mejorar. La mortalidad materno-infantil deja mucho que desear y los decesos por enfermedades infecciosas transmitidas por vectores siguen siendo el pan nuestro de cada día.
Como testigo examinador de decenas de miles de autopsias realizadas mayormente en las dos últimas décadas doy fe y testimonio de un progresivo aumento de los decesos repentinos en gente joven, y en adultos que rondan entre los cuarenta y los cincuenta años de edad. De igual manera notamos que cada día aumenta el número de femeninas que corren igual suerte. La arteriosclerosis coronaria aunada a la hipertensión arterial, la diabetes y el sobrepeso son motivos de fallecimientos súbitos.
Para fortuna nuestra contamos con varios factores modificables, lo cual podría ayudar a reducir los fallecimientos inesperados. La disminución de la sal en la dieta de los hipertensos ayuda a reducir los niveles tensionales. Una alimentación balanceada acompañada de ejercicios físicos habituales y naturales nos permite mantener un peso adecuado. Los vegetales, las frutas, carnes blancas, aunado a una ingesta calórica acorde con el consumo energético evita la obesidad mórbida. Rehúya de los hábitos tóxicos especialmente el tabaco y el alcohol. Los estimulantes sexuales en mayores de cincuenta años requieren de una previa evaluación cardiológica. Las comidas procesadas generalmente contienen aditivos cuya inocuidad a largo plazo no ha sido demostrada, por lo tanto, es recomendable preferentemente ingerir alimentos naturales frescos. Duerma de 6 a 8 horas cada día según su organismo se lo pida; evite los extremos, tan dañino puede resultar el insomnio como el sueño excesivo. Practique deportes al aire libre acorde con su edad y estilo de vida.
Aspiremos todos a vivir más y mejor; a que nuestro final sea una muerte tranquila, digna y sin tormentos familiares.

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