LA PAZ (AFP) – El líder cocalero Evo Morales, de 46 años, juró este domingo como el primer presidente indígena en la historia de Bolivia, con la promesa de acabar con la corrupción de un país sumido en la pobreza y seguir fielmente el precepto de sus ancestros de «no robar, no mentir y no ser flojo».
Morales juró al cargo a las 14H10 locales (18H10 GMT) con el puño izquierdo en alto y la mano derecha en el pecho, en un emotivo acto en el que asomaron las lágrimas a sus ojos y recordó a las víctimas de las luchas sociales libradas por campesinos e indígenas, particularmente en los últimos 15 años.
El indígenes aymara recibió la banda presidencial en reemplazo de Eduardo Rodríguez, para un mandato de cinco años, en un acto solemne al que llegó ataviado de un traje ornado con un motivo indígena en alpaca en vez de la corbata, para alegría de los indígenas que ven en ello una señal sobre un futuro gobierno en favor de los desposeídos.
«Estamos aquí para cambiar esta injusticia, esta desigualdad», señaló Morales, quien pidió un minuto de silencio -que estuvo acompañado por los sonidos emanados del tradicional ‘pututu’ (cuerno de vaca)- por los «mártires por la liberación», entre quienes citó al médico argentino-cubano Ernesto «Che» Guevara.
Morales llega al Palacio Quemado con un 74% de popularidad, inédito en un presidente designado en elecciones populares en Bolivia, las cuales ganó con un aplastante 54% el pasado 18 de diciembre.
La investidura de Morales, presidente número 66 de Bolivia, se celebró en presencia de 10 jefes de Estado de América Latina; uno de Europa; el heredero de la corona española, Felipe de Borbón; el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de Estados Unidos, Thomas Shannon, y otras delegaciones de medio centenar de países y organismos internacionales.
Morales asume la Presidencia de una nación de 9,3 millones de habitantes, más de la mitad de ellos indígenas, en medio de una gran expectativa en su país y en el exterior.
En su discurso de más de hora y media, con citas en quechua y aymara, Morales se refirió en detalle a la exclusión de los indígenas de su país: «Con orgullo he visto a muchos hermanos y hermanas cantando en la Plaza de Murillo (frente al Palacio presidencial), cuando hace 50 años no teníamos derecho de estar allí», dijo.
«Después de 180 años de vida republicana recién ahora podemos (los indígenas) llegar acá (al gobierno)», agregó, lamentándose de la pobreza del país. «Un país con semejantes riquezas y con semejante pobreza…», dijo antes de comprometerse con un gobierno con «cero corrupción» en que imperará la ley indígena de «no robar, no mentir, no ser flojo».
La llegada de Morales al poder ha generado la simpatía de sus homólogos en el continente. «Todos queremos ayudar a Evo Morales, él debe decirnos cuáles son sus prioridades», dijo el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula Da Silva, a nombre de sus colegas latinoamericanos.
Significativa fue la presencia de Ricardo Lagos, primer mandatario de Chile en visitar oficialmente en el último medio siglo Bolivia. No hay relaciones diplomáticas entre los dos países desde 1978 a raíz de un centenario diferendo.
Morales agradeció la presencia de Lagos y le dijo: «Confiamos en el pueblo chileno» para acabar con una «enemistad entre vecinos que no puede ser».
A Estados Unidos le recordó su compromiso en la lucha contra el narcotráfico pero dijo, con firmeza, que esa lucha no puede ser un pretexto para oprimir ni dictar políticas de sometimiento.
«La droga, la cocaína y el narcotráfico no es propio de la cultura andina. Apostamos por la cocaína cero y narcotráfico cero», dijo antes de pedir a Washington: que «la lucha contra las drogas no sea una excusa para que Estados Unidos someta a nuestros pueblos; queremos diálogo de verdad, sin sometimiento».
Morales llega al poder con el apoyo del Congreso (84 legisladores de 157) para tomar decisiones respecto al vital tema de la nacionalización de los hidrocarburos, que ha prometido se realizará sin afectar los bienes de las petroleras.
Son los indígenas quienes cifran mayores esperanzas en su presidente pues ellos forman la gran masa de pobres -63% de la población total- en este país que, paradójicamente, posee la segunda reserva más importante de gas del continente.
El sábado, en un acto revestido de gran simbolismo, Morales recibió los poderes espirituales y terrenales en un ritual de entronización que se celebró en Tiwanaku, un pueblo andino a 70 km de La Paz y cuna de una cultura milenaria preincaica.