Mientras Winston -Chilote- Llenas militaba en su segundo año en los circuitos minoritarios de los Atléticos de Kansas City, exactamente con los  Daytona Beach, sucedió un acontecimiento que lo dejó marcado para toda la vida.

 Sus relatos son de impacto en el libro “Anécdotas, contadas por los propios peloteros”, que en breve pondrá en circulación el periodista Franklin Mirabal.

       La madre de Chilote era tratada de cáncer en la ciudad de Nueva York y el jugador pidió permiso para compartir quizás sus últimos momentos de vida. Pero la respuesta no fue la mejor. La gerencia le negó el pedido y el dominicano se armó de valor para irse a los brazos de su mamá.

     Tenía apenas 18 años cuando aconteció, según narra Chilote, el momento más triste de su carrera. “Esa misma noche cogí un autobús de Florida a Nueva York y mandé todo pal’ carajo. Y al abandonar el equipo, ellos me botaron”, recordó.

Luego de eso, tuvo que empezar a trabajar en factorías en la Gran Manzana. El 23 de septiembre de 1962, al cumplir sus 19 años, su madre murió en sus brazos. “La enterramos en Santiago y ella nunca me vio jugar pelota profesional”.

Después de ser botado por Kansas, Chilote seguía en  factoría de hasta conseguir, ese mismo año, un  nuevo chance con  Serafines de California.

Mientras jugaba con su nuevo conjunto,   Chilote permaneció tres días y dos noches en un tren que viajaba desde Walton Beach, Florida, hasta Albuquerque, Nuevo México.

La organización le otorgó tres dólares para cada día y con eso debían cubrir su alimentación.

No obstante, las cosas no salieron a pedir de boca. “Al segundo día en el tren ya no tenía ni un chele, porque lo había gastado. Pasé hambre” señala Llenas, un hombre que luego de ese altercado aprendió la importancia de ahorrar.

Para mejorar las cosas, el entonces segunda base conectó cuadrangular en su primer turno al bate, para con eso dejar atrás   la falta de dinero  y alimentos de ese largo viaje.