Exactamente

Exactamente

LEO BEATO
Qué ves en esa pintura?  preguntó el maestro.  Veo a un indio taíno mirando hacia el otro lado del océano,  contestó el discípulo. Concéntrate mejor. ¿Qué percibes?

  Percibo a un mapa mundi. La cara de América es la de un indio oteando el horizonte de este lado del Atlántico mirando hacia Europa. Europa es la otra cara, la del Almirante.

  Exactamente.

  Arriba percibo a una figura bajando del Norte hacia el Caribe. Sus ojos son nuestra media isla. Su capa es Alaska, Canadá y los Estados Unidos, mientras que el resto de su cuerpo es América del Sur.

  Exactamente contestó sonriendo el maestro.

  Parece la figura del Conde San Germán bajando hacia la Antártida, insistió el discípulo indicando que todo sucede primeramente en nuestra isla antes de que se manifieste en el resto del mundo, como el Descubrimiento y las inundaciones como las de Noel.

  Exactamente.

  Ahora dime lo que percibes en ese otro cuadro que está en la entrada, al lado del de Juan Pablo Duarte.

La casa era amplia, frondosa, parecía un vergel. De hecho, así también se llamaba la calle, «Calle El Vergel», donde el ruido de los carros era un pecado mortal. Hoy día debiera de ser el centro de meditación planetaria nacional.

  Veo a una señora hilando un lienzo sentada en el balcón mientras debajo de ella percibo a dos muchachas sonriendo y mirando hacia arriba, hacia la galería donde se encuentra el balcón con la señora tejiendo su gran lienzo. Le hacen una pregunta. Una de las muchachas es morena profunda mientras que la otra es más clara de piel.

  Exactamente.

El maestro volvió a preguntar:

  ¿Qué ves?

  Veo que el color del hilo es azul y rojo como el color de las blusas de las dos jóvenes. La galería es una composición detallada de ambos colores en sus varios tonos de azul y rojo, como el color de sus faldas. En la cabeza, sin embargo, ambas llevan un pañuelo blanco como el que usan las mujeres de Las Antillas. Lo demás en el cuadro es una combinación de los colores básicos en una explosión amalgamada de múltiples colores.

  ¿Y qué más ves?  insistió el maestro.

  Me parece una obra maestra del arte pictórico, un capo laboro como dicen en Italia. Los colores de las dos jóvenes mirando hacia la tejedora se repiten a través de todo el cuadro resumiéndose poco a poco en el lienzo que ésta teje mientras se zarandea en su mecedora. Suing-suang-suing-suang-suing-suang. Parece estar tejiendo una nueva bandera. ¿Nuestra historia tejida a retazos?

  Exactamente  volvió a confirmar el maestro.

  ¿Cuál crees tú que es el mensaje del cuadro? susurró el maestro.

  ¿La historia de América?  preguntó el discípulo.

  Bueno, eso ya lo viste expresado en el primer cuadro. Ahí se expresa la época pre colombina y se presagia el futuro de Las dos Américas, la del Norte y la del Sur. ¿Qué más ves?

  ¿Santo Domingo y Haití?

  – Exactamente.

  ¿Entonces la señora que se mece en el balcón representa a la Madre Cósmica, el aspecto creativo de Dios en forma femenina?

  – Exactamente.

  ¿Como en el cuadro de La Altagracia donde aparecen El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo?

 – Exactamente.

  ¿Y qué es lo que está tejiendo en ese gran lienzo la señora? ¿El destino de nuestros dos pueblos? ¿Santo Domingo y Haití?

–  Exactamente.

  Pero no olvides que el libre albedrío es intocable, de ahí que el futuro esté siempre en nuestras manos como individuos y como pueblo.

  ¿Habrán muchas pruebas, muchas inundaciones y muchos contratiempos?

  – Exactamente. ¿Ves ahora?

 –  Exactamente  contestó el discípulo sonriendo como antes le había sonreído el maestro.

  ¿Entonces es que veo mejor que usted?

–  No, hijo mío, yo soy ciego. Perdí mis pupilas durante la dictadura pero percibo mejor que tu. ¿Comprendes?

–   Exactamente.

  ¿Existe entonces una gran diferencia entre comprender y ver,  se contestó a sí mismo el discípulo como si fuera el maestro.

 –  Exactamente.

P.D.: El nombre del maestro: Ramón Rafael Casado Soler, autor del libro «Dominicana, Tierra del Amor Eterno» y de la canción «Celebro tu cumpleaños». El nombre del pintor de ambos lienzos: Rafael Mercedes. Esto sucedió hace veinticinco años, mucho antes de que pasara Noel por el territorio dominicano para el cual el gobierno, como todos los demás gobiernos, nunca había estado preparado. Debió habérsele llamado Noé porque de que estamos en tiempo del Diluvio no cabe duda de que ya lo estamos.

«Celebro tu cumpleaños tan pronto vi asomar el sol/en este día glorioso pido tu dicha al Señor/porque lo he considerado como el regalo mejor/toma mi abrazo tu amigo soy/y mucha felicidad».

Exactamente.

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