“Maestros de las Artes Visuales”, “colección del Banco Popular Dominicano”, título completo de la exposición, tiene tanta riqueza en autores y en obras que se podría escribir un largo ensayo, mayor aún que los textos del hermoso catálogo, acerca del período que corresponde a la fecha de las piezas presentadas en las respectivas carreras de los artistas.
Nos limitamos a unas breves e imprescindibles observaciones, esperando que muchos visitantes vayan a disfrutar pinturas, dibujos, esculturas, dedicándose unas prolongadas miradas. ¡Lo ameriten!
Del mismo modo que María Elena Ditrén no dispuso las obras “metódicamente”, hemos de recorrer lentamente el circuito de una muestra distinta… como las hay muy pocas. Son pues valores cimeros de la historia cultural.
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Esculturas y dibujos
Aunque la pintura predomine y domine al igual que en la realidad histórica, los pocos dibujos y esculturas son una minoría sobresaliente.
La obra -sin título- de Iván Tovar (1942 – 2020), surrealista dominicano en pleno ascenso en su cotización y representación internacional, es un (re)juego de líneas que corresponde a su fe profunda por el dibujo en cualquier etapa. Mundo interior y onírico, conjuga el lirismo y el rigor, con un refinamiento insuperable.
El “Desnudo” de José Ramírez Conde (1940 – 1987) modula el cuerpo humano, y su reputada excelencia anatómica responde a la influencia estilística que Jaime Colson exigía de sus alumnos. La interpretación apoya una perfección corporal, a la vez clásica y caribeña.
La impactante “Composición” de Guillo Pérez (1926 – 2013), aunque sea una pintura, resulta intensamente gráfica. Era un joven artista, premiado varias veces en el Concurso Eduardo León Jimenes, por sus abstracciones, en opinión nuestra, sobresalientes y únicas en el arte nacional.
¡Hay dos escultores, como si fuera la proporción existente, escultura versus pintura! Sin embargo, son los primeros dos maestros cimeros nacidos dominicanos. Sus tallas directas en madera, perfectamente trabajadas, tan verticales como estrechas, definen e identifican a ambos..
La “Maternidad” de Mario Gaspar Cruz (1929 – 2006), responde a su consabida expresión de espiritualidad:madre e infante, unión física y emocional que no deja de evocar una alegoría religiosa.. Luichy Martínez Richiez (1928 – 2005) aquí se suscribe al erotismo que le caracterizó pero que percibimos bastante discreto, ¡Tal vez por la forma y el volumen que priorizan una visión abstracta!
Presencia de las mujeres artistas
Queremos destacar los cuadros de Celeste Woss y Gil ( 1890-1985 ), Clara Ledesma ( 1924-1999 ), Soucy de Pellerano ( 1928-2014 ), Elsa Núñez (1943 ) y Ada Balcácer (1930 ), no solamente porque constituyen la representación femenina, sino por la calidad intrínseca de sus obras, y hasta una personalidad distinta.
Identificador en tema y estilo, el sustancioso “Desnudo” masculino de Celeste Woss y Gil es impresionante en su solidez y realismo: nos recuerda que ella fue quien introdujo aquí el modelo vivo y desnudo, algo insólito en su tiempo para una mujer.
Los “Tres astros” de Clara Ledesma despliegan su originalidad, tan temática como estilística, en una simbiosis de abstracción, expresionismo y surrealismo fantástico.
Soucy de Pellerano, investigadora e innovadora, que nunca ha dejado de experimentar y enfrentar la tradición, sorprende por una pintura “dulce”, armoniosa, poética.
La gran Ada Balcácer también nos sorprende, sobre todo por el título de la obra, “La Televisión”, y nos preguntamos si no habrá trasladado su Bacá… a los ritos universales.
De Elsa Núñez, la más joven de los maestros expuestos y la única activa, han elegido una pintura lírica no figurativa, y cuánto nos alegramos, considerando a la maestra como creadora de un “paisajismo abstracto”.
Inconfundibles, e inevitables
Inconfundible es “El Parque Independencia”, pintado por el muy citadino José Cestero (1937), que despliega su frondosidad, destruida por la remodelación, y la famosa glorieta, también destruida (¿Dónde están sus ruinas?) por el concepto de un homenaje patriótico. A la vez, lo admiramos y miramos, entregados a una nostalgia perenne.
Otra obra inconfundible es la de Silvano Lora (1930 – 2003), comprometido y militante social y políticamente, contemporáneo aun por crear el performance… Han seleccionado un cuadro de técnica y tema mixto, entre bodegón, paisaje, gente, sujeto, que proyecta el peligro de represión y de hambre. Coinciden agresión y agredidos.
Fernando Peña Defilló (1926-2016) había creado una palabra para designar a los artistas dominicanos, siempre presentes en las colectivas mayores, “los Inevitables”, de los cuales él formaba parte. Llevó en “Materia y Espíritu” el expresionismo hasta una alianza entre abstracción y figuración, entre espiritualidad y trascendencia.
La cerámica, aquí representada por Paul Giudicelli (1921 -1965), primer experto en este material y, definitivamente artista contemporáneo, nos fascina. Su “Composición”, realizada con mosaicos, aúna textura ligera, color mediatizado, construcción espacial, simbolizando tierra, hombre y Caribe.
Coda
La exposición es tan generosa que el espacio falta… y no podemos reducir a una mención, maestros y obras fundamentales en la plástica dominicana. Publicaremos nuestro último análisis felizmente, antes de que finalice la muestra en el Centro Cultural Taíno.