La Fundación Sinfonía, fiel a su tradición, presentó en el Teatro Nacional, la Gala de ganadores del XIX Concurso Internacional de Piano de Santander, Paloma O´Shea -2018-, acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro José Antonio Molina.
Estas galas crean gran expectativa, estamos conscientes de que asistimos, por así decirlo, al nacimiento de lo que serán los grandes pianistas de este siglo XXI, y el nivel de excelencia mostrado por los participantes: Dmytro Choni –medalla de oro-, Yutong Sun –medalla de plata- y Aleksandr Kliuchko –medalla de bronce, es una muestra de ello.
La Gala inició con el concierto No.1 en re menor Op.15 de Johannes Brahms, interpretado por Aleksandr Kliuchko, joven pianista ruso de 19 años. La orquesta da apertura al primer movimiento -Maestoso- es un tema vigoroso, de fuerte energía rítmica, luego un bello segundo tema es expuesto por el pianista, abordando los momentos virtuosísticos con impresionante rapidez.
El segundo movimiento “Adagio” es más lírico, el solista de gran sensibilidad, se sumerge en los sugerentes cromatismos de la exquisita música. El Rondo final es un movimiento brillante, de varios temas, en el que destaca el pianista en vistosas evoluciones. Interpretar a Brahms a tan temprana edad, según los musicólogos y críticos es un verdadero desafío, del que sin duda el joven ha salido airoso. Los aplausos del público lo llevaron a un “encoré”, escuchamos entonces, de las Piezas Líricas de Edvard Grieg, el bellísimo Nocturno Op.54 No.4.
El programa continuó con la presentación de Yutong Sun, pianista chino, quien Interpretó la “Rapsodia sobre un tema de Paganini” en La menor, Op.43, de Sergei Rachmaninov. La Rapsodia basada en un tema de Paganini –Capricho No. 24, no es un concierto propiamente dicho, fiel a su etimología, la palabra “rapsodia” nos remite a sus orígenes, la poesía épica griega, los poemas libres sin relación, de Homero, cantados por los “rapsodas”.
Al igual que en la poesía épica, la rapsodia musical, se compone de varias piezas, unidades rítmicas sin vínculos entre sí. La Rapsodia de Rachmaninov es una de las obras concertantes de mayor relevancia compuesta en el siglo pasado, y consta de 23 variaciones cortas de atmósferas opuestas.
Tras la introducción, aparece el tema de Paganini, el pianista Yutong Sun, se integra a la orquesta sin renunciar a las dificultades de la partitura, y como un rapsoda o juglar medieval, transmite cada pieza, recrea cada atmósfera pletórica de emociones.
En el segundo tema escuchamos el “Dies Irae”, antiguo canto gregoriano que se vuelve recurrente, el solista muestra emotividad, técnica y expresividad, y fusionado a la orquesta, asoma el “fatum”…el destino.
El tema más trascendente de la obra, la variación No.18 -Andante cantábile-, inversión melódica del tema de Paganini, es de gran lirismo; la bellísima melodía produce en el espectador –en nosotros los de mayor edad- momentos de añoranzas, al evocar con esta melodía, películas inolvidables.
En la última variación se llega a un climax, con un acorde del piano y orquesta, al que sigue la re-exposición final del tema de Paganini. Yutong Sun impresiona con su muestra de virtuosismo, expresividad y talento interpretativo.
El maestro José Antonio Molina logra la vital cohesión solista orquesta, la unidad de ambas partes confirma el espíritu concertante de la Rapsodia. Calurosos aplausos recibió el pianista, pero no lograron el “encoré” esperado, esperaremos una nueva presentación de este joven pianista.
Luego del intermedio, la gala cierra con el Concierto No.3 en Do mayor, op.26 de Sergei Prokofiev, interpretado por el ganador de medalla de oro, el pianista ucraniano, Dmytro Choni.
Este concierto de vitalidad crepitante, de pasajes líricos caracterizados por melodías de gran intensidad, y balance perfecto entre solista y orquesta, está considerado uno de los más brillantes y el de mayor popularidad del compositor.
El primer movimiento –Andante, allegro- inicia con una melodía lírica, un solo de clarinete, que luego se expande a la orquesta; la entrada del piano rompe el lirismo en un estadillo de ritmo exuberante, el solista expone con brillantez y luego continúa en un diálogo con la orquesta para terminar en un emocionante crescendo.
El segundo movimiento –Tema con variazioni-, consta de cinco piezas de gran belleza. El tercer movimiento –Allegro ma non troppo- Prokofiev lo llamó “una discusión entre solista y orquesta”. Es un movimiento de contrastes y balance perfecto entre la orquesta y el solista, pero es además el más demandante la obra, y en el que el talento de Dmytro Choni se manifiesta a través de su técnica virtuosística, su discernimiento interpretativo y sensibilidad conceptual.
Finalmente en una coda explosiva se libra una última batalla musical extraordinariamente hermosa, entre el pianista y la orquesta; una batuta genial finalmente une los bandos y todos triunfan, entonces el público celebra, y puesto de pié, rinde homenaje al gran pianista Dmytro Choni, a la orquesta, al director, y al prolongarse los aplausos, el pianista emocionado regala un “encoré”, escuchamos entonces de Strauss “Grünfeld – Soiree de Vienne”.
En la despedida, unidos los solistas y el director José Antonio Molina en proscenio, saludan, reciben nuevos aplausos y bellos ramos de flores; en un gesto hermoso el pianista Dmytro Choni, desciende a la platea y entrega sus flores en sentido homenaje, a Margarita Copello de Rodríguez, esa gran dama, presidenta de la Fundación Sinfonía, que por tantos años ha gravitado en el escenario musical de nuestro país.
Un futuro promisorio les aguarda a los jóvenes pianistas, nuestro deseos de éxitos, y la esperanza de volverlos a ver convertidos en grandes figuras internacionales.