Está muy bien que el presidente Luis Abinader aproveche el escenario de la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud para explicar al mundo qué se hizo en República Dominicana para enfrentar con éxito la pandemia, compartir la experiencia de ser el país de más rápida recuperación en el turismo o destacar que fuimos de las naciones de mayor crecimiento en 2021 con 12.3%(4.7% de crecimiento real y el resto rebote estadístico), sin embargo al ciudadano de a pies, que sufre los rigores de la inflación, es necesario advertirle los riesgos y retos que nos depara la situación mundial.
No se le está pidiendo al Presidente que sea tan sincero con el pueblo como el primer ministro Winston Churchill, en los días aciagos de la Segunda Guerra, cuando dijo: “solo puedo ofrecerle al país sangre, sudor y lágrimas”, no es para tanto, pero mientras el primer mandatario compartía esos paneles rebosantes de buenas noticias en el Foro Económico de Davos, en un salón contiguo se celebraba otro panel donde tomó la palabra el jefe del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, y alertó que en los próximos diez o doce meses, se van a producir mayores aumentos en los precios de no resolverse el tema de la escasa oferta de fertilizantes y el bloqueo de la salida marítima de granos de Ucrania; aún más, pronosticó hambrunas y migraciones masivas.
Solo baste leer la nota de prensa de la reciente Misión del Artículo IV del FMI, escrita en el más diplomático de los lenguajes cuando advierte: “El ajuste de la política monetaria en los Estados Unidos podría tener un impacto mayor a lo esperado sobre los flujos de capitales. Estos choques están creando desafíos de política fiscal y monetaria en el país”.
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Traducido al lenguaje llano es que nuevas alzas de los tipos de interés en EEUU, encarecerán para la RD los futuros bonos soberanos y la deuda contratada a tasas flexibles, además la política monetaria local deberá seguir aumentando la tasa de política, como lo hizo recientemente incrementando 100 puntos básicos de un tirón, para evitar fuga de capitales provenientes de la inversión extranjera en cartera; por supuesto la política fiscal deberá convencer a los mercados financieros de la sostenibilidad de la deuda.
Recientemente conmovió los cimientos de la sagrada Reserva Federal cuando el Presidente de la Reserva de Minneapolis; Neel Kashkari, escribió un ensayo y puntualizó: “Si la interrupción de la cadena de suministros no se resuelve rápido la Reserva Federal de los Estados Unidos podría verse forzada a estimular una recesión”, y más adelante pronosticó que a febrero 2023 la FED debería elevar su objetivo para la tasa de los fondos federales a un nivel mayor a 3% que es el precio en que se cotiza en el mercado de futuros.
De continuar el conflicto en Ucrania los EEUU caminan a una recesión y no se descarta una estanflación; en cualquiera de esos escenarios va a ser harto difícil preservar el crecimiento potencial y una inflación en línea con la meta; entonces el relato oficial tan optimista podría debilitar la confianza en las autoridades frente a la mayoría de la población golpeada por los altos precios.