Exceso de aparataje

Exceso de aparataje

La huelga que concluyó hoy fue una demostración de fuerza de doble vertiente. La paralización casi total de las actividades del país, por sí sola, puso de manifiesto el sentir de la mayoría de los dominicanos ante el grave deterioro de su calidad de vida. La otra fuerza demostrada fue la del aparataje militar, bélico, que es capaz de desplegar y utilizar el Gobierno ante situaciones semejantes, cuyas dimensiones no tienen los alcances de conspiración y mucho menos de levantamiento.

Ahora mismo no sabemos qué podría espantar más al turismo, si el derspliegue de soldados en zafarrancho de combate, con armas poderosas, así como los vuelos rasantes y maniobras de helicópteros sobre Licey al Medio y Navarrete, entre otros lugares, o una huelga que todo el mundo se esforzó en recomendar que fuese pacífica.

De modo alguno estamos pidiendo que se deje el orden público a merced de grupúsculos revoltosos que atentan contra propiedades y autoridades. Lo que estamos planteando es que causa más perjuicio que beneficio, en términos de la imagen internacional del país, el hecho de sobredimensionar los acontecimientos y el celo de las autoridades, hasta llegar a la excesiva exhibición de poder militar.

Si contáramos con los dedos de las manos los lugares en que se produjeron incidentes violentos, probablemente sobrarían dedos. La situación no pareció en momento alguno que desbordara la capacidad operativa de la Policía, a la que compete resguardar el orden público.

En cambio, las imágenes y fotografías sobre despliegue militar sí que tienen un efecto devastador para el turismo, sobre todo porque estos zafarranchos son muy bien aprovechados por nuestros competidores en el mercado turístico.

Cuidemos el orden público cuantas veces sea necesario, pero sin exageraciones como las que hemos visto en estos días de una huelga que ha sido fundamentalmente pacífica.

[b]A trabajar[/b]

Enero del 2004 ha sido un año de mucho tiempo perdido.

Aparte de las fiestas tradicionales de Año Nuevo, Santos Reyes, Día del Poder Judicial, Día de la Virgen de la Altagracia y la fecha del natalicio de Juan Pablo Duarte, hemos tenido dos días de huelga general que han afectado severamente la economía del país.

Esto viene a ocurrir justo en momentos en que tenemos más apremios económicos y la pérdida de poder adquisitivo de la moneda ha empequeñecido los presupuestos familiares y empresariales.

En estos tiempos, cada empresa y cada familia han tenido que multiplicar sus esfuerzos para tratar de mantener estatus de vida adecuados y librarse de ser arrastrados a niveles más bajos cada vez en la escala social.

Por esta razón, los dominicanos tenemos verdaderos retos y tareas titánicas que realizar, no sólo para realzar nuestras empresas o familias, sino también para impulsar el país, a ver si empieza a recuperar los niveles de crecimiento que se han traducido en saldos negativos.

Mucho de lo que hay que hacer corresponde al Gobierno, pero no podemos pensar que él es el único que debe esforzarse. Su papel, y está muy claro, habrá de ser el de administrar de la mejor manera la crisis para tratar de que lesione menos cada vez a los dominicanos, y estos últimos, a su vez, tienen que arrimar el hombro en esta tarea.

Convendría que trabajemos fuerte y que, a la vez, detectemos aqullos aspectos en los que podamos fomentar el ahorro, por ejemplo, en el uso de la escasa energía eléctrica de que contamos y en los combustibles. Desde luego, en el caso de la energía el ahorro debe ser transferido al ahorrante, y no anexarlo a los ingresos de quienes explotan el negocio de la energía.

En fin, después de tanto asueto y descanso, justo es que trabajemos por nosotros y por el país, comprometiendo a los gobernantes a impulsar cuanta medida contribuya a una recuperación sostenida de nuestra economía. Eso se correspondería con una forma de hacer patria.

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