Exceso de liquidez, regulación y crisis

Exceso de liquidez, regulación y crisis

Las políticas monetarias flexibles y el dinero barato en la economía norteamericana y otros países fueron los principales causales del aumento mundial de la demanda, que conjuntamente con la especulación en los mercados de commodities,  provocaron el pasado año una inflación sin precedentes en los precios del petróleo y otros bienes; pero también ese exceso de dinero estimuló a los banqueros a inventar derivados e hipotecas subprime y en un escenario de pobre regulación el colapso financiero fue el detonante para la crisis mundial más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

Un ensayo de trabajo del FMI, publicado en mayo del 2008, de la autoría de Noureddine Krichene(“Recent Inflationary Trends in World Commodities Markets”) presenta datos y modelos reveladores de que la política monetaria expansiva entre el 2000 y el 2007 y con posterioridad entre agosto del 2007 y marzo del 2008 incidieron en el disparo de los precios mundiales en la medida en que esa abundancia de dinero barato estimuló la demanda mundial y la especulación de los mercados.

También el exceso de liquidez y las bajas tasas de interés alimentaron la búsqueda de derivados financieros que como las hipotecas subprime permitía a los bancos seguir inflando los préstamos, sin afectar sus balances, gracias a la magia financiera de la titularización o los empaquetamientos.

La historia es reciente y una leve recesión iniciada en los EU desde el último trimestre del 2007 se agravó con la crisis de las hipotecas subprime, las quiebras bancarias originadas por las exposiciones a derivados financieros que provocaron pérdidas y provisiones a los grandes bancos y aseguradoras por un monto cercano a los 1.5 trillones de dólares, mientras los mercados bursátiles mundiales perdieron el 50% de su valor (casi 28 trillones de dólares) desde el pasado año.

Esta crisis financiera  ha provocado estragos en la economía real, aumentando las filas de desempleados, cierres de empresas, caída de la demanda y nuevos pobres, situación que las economías del G-20 han enfrentado con estímulos financieros y monetarios, mientras el FMI canaliza recursos a los países carentes de las recaudaciones fiscales para incrementar el gasto público.

Esas políticas fiscales y monetarias expansivas, aún no ha sido acompañada de las reformas al sector financiero y mucho menos la regulación de los derivados, razones por las cuales algunos expertos temen que este exceso de liquidez, sin la adecuada supervisión, podría sentar las bases para una nueva crisis mundial a la vuelta de cinco años o menos.

Frente a la posibilidad de futuras crisis globales o choques externos en los precios mundiales, economías como la nuestra necesitan curarse en salud aplicando políticas monetarias y fiscales racionales y armónicas; en momentos de auge aumentar las reservas, reducir los índices de deuda pública y trabajar consistentemente en eliminar las desventajas competitivas, especialmente las relacionadas con el sector eléctrico, la educación y la salud.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas