Si bien es cierto que la proximidad de las elecciones exige altos niveles de seguridad en la Junta Central Electoral (JCE) no es menos cierto que los extremos y los excesos siempre provocan sus desaguisados y consecuentes malos ratos, como el que pasó ayer la magistrada Rosario Graciano cuando llegó a la sede de la institución.
El camión y el militar. Debido a que un vehículo de carga obstruía el paso hasta el estacionamiento de los miembros de la JCE, Graciano decidió desmontarse de su yipeta y caminar hasta la entrada de la edificación donde la detuvo una joven militar que le preguntó para dónde iba.
Yo soy funcionaria de la Junta, le dijo la magistrada Graciano, pero la joven, cumpliendo con su deber, le requirió que la dejara ver su carnet, que por cierto no cargaba encima la funcionaria.
El Chapulín colorado. Antes de que la sorpresiva y enojosa situación le permitiera a Graciano reaccionar, apareció Luis Acosta Moreta, presidente del Partido Unión Demócrata Cristiana (UDC), quien le echó una reprimenda a la militar por no reconocer a la magistrada, quien por su magnanimidad, exculpó a la miembro de la Policía Militar Electoral.
Mal manejo. La magistrada Graciano consideró que lo que hay en la JCE es una seguridad mal manejada, y dijo que ella ha planteado en el Pleno que como los militares no conocen a los funcionarios, trabajen junto con a personal de la seguridad de la Junta que sí los conocen y así no pasarían ese tipo de cosas, dijo Graciano.
Del baño al escritorio. Una empleada de la dirección de comunicaciones también fue víctima de un exceso militar, cuando dejó su carnet sobre el escritorio para ir al baño y al regresar fue detenida hasta que un compañero le buscó la identificación.
Otros casos. Por similar situación han pasado el director técnico del Voto en el Exterior, Well Sepúlveda, y otro funcionario que no quiso que lo identificaran.
La Policía Militar Electoral a cargo de la seguridad de las elecciones la dirige el general del Ejército Napoleón Terrero.