Exhibicionismo sexual

Exhibicionismo sexual

El señor F. M. asistió a nuestra consulta por primera vez en fecha 21 de Octubre de 1993 con la esperanza de que le ayudase con un buen tratamiento psicológico, a superar un trastorno sexual que le viene angustiado desde su infancia, cuyo detonante comenzó cuando él tenía 9 años.

Su gran motivación para recurrir a reclamar nuestra ayuda psicoterapéutica obedeció a que fue nuestro alumno de la Materia Introducción a la Psicología (PSI-105) en la UASD, que impartíamos en la carrera de Contabilidad en la Facultad de Ciencias Económicas, así como en otras Facultades desde al año 1970.

Al momento de girar esta visita, ya el señor F. M. se había graduado de Lic. en Contabilidad, era CPA e impartía docencia en una Universidad privada y laboraba además como auditor de una relevante empresa de nuestro país. Había casado y procreado 2 hijos, es decir, podía ser catalogado como un profesional exitoso.

Pero en su vida íntima vivía una gran angustia, generada por ese agobiante trastorno de tipo sexual que no había podido superar desde su infancia, aunque estaba casado y se lleva bien con su esposa en su hogar, así como en sus relaciones íntimas.

Sin embargo, cuando está tenso y desbordado por el trabajo, se torna muy ansioso y se desencadenan en él, impulsos incontrolables que lo llevan a tomar su vehículo y salir a dar vuelta en la ciudad, por ciertos sectores propios para el esparcimiento como parques, áreas verdes y jardines donde asisten personas además para descansar y disfrutar del frescor y del aire puro, pero prefería aquellos lugares no para descansar y relajarse sino porque eran lugares donde se encontraban o se podían encontrar personas del sexo femenino sin ninguna compañía.

Nuestro paciente F.M. hacía estos recorridos movido por un impulso obsesivo compulsivo que no podía controlar, que le llevaba de manera afanosa a buscar un placer erótico solo visual exhibiéndole sus genitales a una de esas jóvenes que le pareciera más atractiva y se encontrase solitaria y entonces él se sentaba próximo a ella. En ese momento el señor F.M. iniciaba su rito exhibiendo su pene. La reacción de asombro y en ocasiones de admiración que hiciese la mujer con su mirada de extrañeza y de intranquilidad despertaba en F.M. una poderosa excitación sexual con notoria erección que él luego se saciaba practicándose una placentera masturbación, ante la actitud perpleja de su víctima.

Luego de esa extraña relación basada en la mirada como generadora de satisfacción sexual F.M. salía raudo en su vehículo, aunque luego lo embargaba un profundo sentimiento de culpa.

Otra característica del exhibicionista de F.M. es que si la mujer le ignoraba, le decía palabras desvalorizantes sobre sus genitales o aun se acercaba dispuesta a tener relaciones sexuales normales en el sitio de su elección, esto no le interesaba y más bien salía frustrado e inhibido porque no se cumplió su objetivo ritual.

Este es el comportamiento típico de la mayoría de los exhibicionistas, tal como lo señalaba Lasegue (1877) el gran tratadista francés, quien describió de forma magistral todos los mecanismos conductuales del exhibicionista, con ciertas diferencias frente a nuestro caso tratado de F.M.

Lasegue insistió sobre los siguientes caracteres: exhibición de la verga (pene) en estado de flacidez, siempre en las mismas condiciones de exposición, sin masturbación ni «aventurados deseos lascivos». Se trata de un caso típico de regresión a una pulsión parcial (los juegos visuales), la exhibición patológica del pene posee un carácter fantasmático.

Dicha exhibición es, por ejemplo, un medio de tranquilizarse contra el temor inconsciente de la castración. («Tranquilízame en cuanto a la existencia de mi pene, reaccionando a su visión». «Tranquilízame al mostrarme el miedo que te inspira mi pene, así yo no necesitaré seguir sintiendo miedo». Os muestro lo que querría que vosotros me mostráis». Tales son las fórmulas que propone Fenichel para describir la dinámica inconsciente de tranquilización del exhibicionista).

Esta es una enfermedad solo propia de los hombres.

En la mujer, el exhibicionismo se desplaza de los órganos genitales a toda la superficie corporal.

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