Exigencias contemporáneas a nuestro liderazgo

Exigencias contemporáneas a nuestro liderazgo

La crisis económica, social, ambiental y demoterritorial que estamos viviendo impone exigencias a nuestro liderazgo. La primera de ellas es, siguiendo a Shakespeare,  de ser o no ser: No lo es si  actúa arrastrado por la corriente de criterios, estilos y procederes hasta ahora prevalecientes bajo la influencia del stableshment. Lo es, si asume la responsabilidad de conducir la transformación de  lo establecido para alcanzar una sociedad más justa apoyándose  en consenso y concertación.

El liderazgo desvirtúa su rol llegando a ser conducido en lugar de conducir cuando, por ejemplo, en el caso de las encuestas, en lugar de usarlas como una herramienta para retratar objetivamente una situación en un momento dado,  se formulan proyecciones de resultados pasados siguiendo pasivamente la tendencia sin ponderar la facultad del liderazgo de hacerla cambiar de adoptar criterios, estilos y procederes más sintonizadas con las demandas ciudadanas. Olvidan aquella admonición del Presidente Truman adversamente posicionado en las encuestas durante su campaña electoral para la presidencia de los EEUU en 1948: “si por encuestas fuera los judíos nunca hubieran salido de Egipto”.  Olvidan que de acuerdo al estudio sobre cultura política dominicana realizado por INTEC y varias instituciones, el pasado año, cerca de la mitad de la población dominicana no tiene  identificación partidista rigurosa; opinión reforzada por encuestas recientes que arrojaron un 26% de dominicanos dispuestos a cambiar su actual inclinación al voto.

No es de líderes considerar las encuestas como un recurso para sustentar en ellas su propaganda sino  para evaluarse e introducir ajustes pertinentes de sus actuaciones; entre los cuales no pueden faltar, en las actuales circunstancias, el consenso partidario precursor de la concertación gubernamental.

Pero el consenso debe ser bien entendido. Sustituto de los tradicionales codazos y zancadillas dentro de los partidos. Ir mucho más allá de la verbalización del vocablo. No anularse con actitudes arrogantes  y prepotentes dificultantes de lo que debe ser: Un acuerdo armonioso entre partes para adoptar decisiones mediante la aceptación no negada, y hasta con resignación, sobre lo más conveniente para el presente y futuro aun cuando no conlleve consentimiento entusiasta de todas las partes.

Un consenso así preludiaría y precursaría la concertación interpartidaria imprescindible para encarar la crisis que habrá de afrontar el gobierno que surja de los comicios venideros; el cual tendrá indefectiblemente que aplicar constreñimientos drásticos  para superar los factores endógenos que la originan o magnifican, resumiéndose en el enderezamiento y ordenamiento de un Estado acostumbrado a la torcedura e indisciplina que  han servido como caldo de cultivo a la corrupción y delincuencia causantes de insatisfacciones, angustias y zozobras ciudadanas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas