Exijamos el fin de  la barbarie

Exijamos el fin de  la barbarie

La  muerte del número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, es un elemento preocupante en momentos en que se está ante la expectativa de que ese grupo  libere a varios rehenes, entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt.

Es lógico temer que, en represalia, la guerrilla  opte por aplazar o dejar sin efecto su plan, o algo peor. Ante estas circunstancias, debería producirse a nivel mundial un reclamo unánime para que este grupo  cese sus actos de barbarie, que nada tienen de revolucionarios.

Las FARC solo han exhibido capacidad para dañar al pueblo colombiano  con asesinatos, secuestros, destrucción y un maridaje  con cárteles de las drogas. Hace poco, los colombianos en todas partes del mundo reclamaron de manera simultánea  la liberación de los rehenes. Creemos que esta vez el mundo entero debe reclamar que cese la barbarie que protagonizan las FARC en Colombia. No hay plano político, ideológico o de otra índole en el que puedan ser justificadas las operaciones de un grupo que, lejos de ayudar a resolver los problemas de los colombianos, los agrava por medio de acciones de terror. Es posible que la caída de Raúl Reyes no haya llegado en el mejor momento y, por eso, es preciso que el mundo solidario y amante de la paz levante su voz contra la barbarie que cometen las FARC.

Enemigos subestimados

La tecnología moderna nos acomoda la existencia con aparatos y dispositivos cada vez más sofisticados e influyentes en nuestras vidas. A la vez que nos facilita las cosas, la tecnología moderna nos pone en contacto con enemigos que muchas veces   subestimamos. Las computadoras, los celulares, los juegos electrónicos y otras aplicaciones de gran demanda contienen elementos químicos altamente peligrosos para la salud, pero que nuestras autoridades ambientales no toman en cuenta.

Por ejemplo, no adoptamos normas para desechar o reciclar las cada vez más abundantes pilas de litio, de hidruro de niquel y cadmio, las de plomo y ácido que usan los automóviles, los chasis de computadoras, botellas, fundas y otros desechos plásticos y cosas por el estilo. Todo eso va a parar al  subsuelo, contamina las guas y los terrenos y se constituye en amenaza para la salud. Son enemigos que subestimamos, pero que están cada vea más cerca de nosotros.

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