Respuesta de la terapeuta: La pareja se atrae y se elige. Una fuerte atracción los envuelve en el enamoramiento y encantamiento automáticos. Con el paso del tiempo, aproximadamente dos años, se conocen mejor.

El mutuo conocimiento, la percepción de seguridad y confianza afinan y fortalecen el vínculo. La flexibilidad de ambos para adaptarse, cuidar de la individualidad y mantener un nosotros no fusionado los mantiene dentro de los límites del funcionamiento adecuado.

El término media naranja, generalmente, es utilizado para destacar que la pareja es uno para el otro, que comparten los gustos, que tienen intereses comunes, creencias similares y que disfrutan de las mismas actividades sociales.

Respecto a la relación con esta descripción, es pertinente valorar que esa complementariedad no implica que uno se haya plegado, fusionado o renunciado a sí mismo para someterse o vivir a la sombra de la pareja.

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En este caso, hablaríamos de la disfunción de un cónyuge. La pareja más vulnerable o sumisa se pliega ante las demandas, exigencias y dominio del otro. Habría que evaluar las implicaciones interrelacionales de la pareja bajo esta premisa.

La riqueza es reconocer las diferencias y crecer en ellas; mantener una actitud reflexiva y comprensiva sobre sí mismo, su estilo de funcionamiento, creencias, actitudes, preferencias individuales y cómo se complementan.

La pareja que posee la capacidad de hacerlo, madura, fortalece los vínculos y mantiene la actitud de compromiso.

Si ocurriesen crisis maritales, se abordarán con mayor destreza, compromiso y empatía. Se trata de aprender a disfrutar de la diversidad para construir un nosotros.