¿Existen salidas?

¿Existen salidas?

América Latina vive un momento de graves convulsiones, contra gobiernos de izquierdas, y contra gobiernos de derechas.
El consenso es que la cosa no está bien, en ningún país del continente, y esto se confirma desde Haití, el país más pobre, hasta Chile, el otrora país con la renta per cápita más elevada y la economía más dinámica de América Latina, pero, se incluye a la vez a Bolivia, Venezuela, Nicaragua, y otros con una deuda social acumulada pero que inexplicablemente no han estallado en protestas, como es nuestro país.
No andamos bien en América Latina, pero tampoco el mundo anda bien. Asistimos a un momento en la historia en el que prácticamente cada país del mundo tiene razones para salir a la calle a protestar. Hay honrosas excepciones, pero la regla es que la cosa está mal por todas partes. Esto tiene que ver con el fracaso del proyecto marxista, y a la vez del capitalismo salvaje, especialmente en los Estados Unidos, país que muy pronto podría caer en una escalada similar de protestas.
Una razón muy simple a esta crisis es que nos hemos quedado sin respuesta después que los hippies y el postmodernismo la emprendieron precisamente contra los soportes del encaje social, como es el freno moral, la familia, el bien común, y el equilibrio con el medio ambiente. El problema de nuestro siglo no es solo tumbar gobiernos, sino saber lo que vamos a poner en su lugar. En realidad, hay suficientes razones para protestar en todos los países de América Latina, pero, la gran incógnita es qué poner en su lugar, y el riesgo de irnos de ‘guate-mala pa’ guata-peor’.
Sugiero que el mal no solo se encuentra en el sistema político, sino en nosotros mismos, en los vicios de nuestro carácter, y en estilos de vida que no respetan al prójimo ni al medio ambiente. Desde esa óptica, me atrevo a sugerir algunos temas, para los cuales existe suficiente base en los estudios sociales.
En primer lugar, sugiero comer menos carne y más vegetales. La razón es que no hay suficiente espacio en el planeta para sostener nuestra dieta carnívora. No hay donde tener tanto ganado, y el régimen actual se sostiene con países ricos con un 40% de obesos, y países pobres con un 40% de desnutrición, aparte de la emisión de gases de invernadero sobre el clima, y significa sencillamente que el planeta no resiste nuestro actual estilo de vida carnívoro. En segundo lugar, no se puede consumir tanto petróleo, ni tener tantas luces, ni tantos electrodomésticos, como quiere la sociedad de consumo, sino, por el contrario, debemos volver a lo sencillo, a lo natural, y al bien común, aunque esto no implique tanto lujo ni tanta ostentación.
Finalmente, el programa político necesita reivindicar tres elementos cruciales: el imperio de la ley, como hábito de gobernantes y gobernados; el sistema cooperativo, en lugar del capitalismo salvaje, y la familia nuclear, con papá y mamá criando a sus propios hijos, que es la célula básica de la sociedad.

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