La severa sequía de este año puso a prueba nuestra capacidad para lidiar con las inclemencias climáticas. A pesar de los efectos devastadores que la falta de agua provocó en la agropecuaria, mantuvimos firme nuestra posición de suplidor confiable de renglones orgánicos como café y cacao, así como de cigarros de primerísima calidad para los nichos del mercado internacional que hemos conquistado. En esta tarea las autoridades agrícolas y los productores se anotaron un éxito que hay que multiplicar.

La estrategia de ampliar las áreas de siembra para compensar la pérdida de productividad por la sequía dio buenos resultados, pues permitió mantener los volúmenes conforme a la demanda de los mercados que suplimos. Esto deja abierta la posibilidad de que la misma estrategia sea aplicada en el caso de otros renglones de exportación y consumo local que lleguen a resultar afectados por la sequía o cualquier otra causa.

Nuestra posición como referente mundial en la producción y exportación de productos orgánicos y cigarros debe ser ampliada a otros renglones en cuyo cultivo todavía estamos débiles. Debemos enfatizar en estos ensayos de productividad bajo las condiciones críticas que el cambio climático nos está imponiendo. El éxito logrado en medio de la prolongada y recia sequía merece nuestro reconocimiento.

Responsabilidad paterna

La intoxicación por alcohol y alimentos manipulados, así como las quemaduras y mutilaciones por fuegos artificiales entre los niños, son dos de los dramas desgarradores comunes en la época navideña. Por un lado el descuido, y por el otro la irresponsabilidad de permitirles a los hijos el acceso a bebidas y artículos de pirotecnia, se encargan de teñir de dolor y tristeza las festividades alegóricas al nacimiento de Jesús y la llegada de un año nuevo.

Una responsabilidad que los padres deben asumir con toda entereza es proteger a los niños de los peligros inevitables de la época. Hay que hacer caso al llamado del director del hospital Infantil Robert Reid Cabral, doctor José Miguel Ferreras, alguien que conoce muy de cerca el sufrimiento de los infantes víctimas de intoxicaciones, quemaduras y mutilaciones.