Exodo o renacimiento

Exodo o renacimiento

Estamos viviendo una crisis de naturaleza excepcional, una enfermedad sin diagnóstico. Nosotros tenemos que salir del circulo vicioso de ideas rancias, corruptas, descompuestas y de la caída moral, para reunirnos con la patria que soñamos todos. No hemos sabido defender la patria y ahora con el cúmulo de problemas económicos, nos arriesgamos a una mayor destrucción de la nación.

Nos hemos puesto en contra del desarrollo y en contra de nuestras instituciones. Solo nos falta volvernos contra nosotros mismos en una guerra fraticida. No acabamos de comprender que cada cuatro años parimos nosotros mismos los ídolos que luego sacamos del poder. Todo eso es inútil pues así no acabaremos con la pobreza. Tenemos que salir de ese círculo vicioso. El éxodo significa salir del desbarajuste hacia el entusiasmo creativo y la afirmación. Pensar positivamente, aunque nos cueste sufrimiento y sacrificio como le costo a otros pueblos. Tal vez nosotros también, tengamos el impulso necesario para transformar la crisis y el descalabro moral en fuerza de recreación, de renacimiento.

Tenemos que entender que sólo nosotros podemos salvarnos a nosotros mismos, con el trabajo fuerte y tesonero. Con entusiasmo y con la voluntad de todos, sin pensar que el FMI o en las ayudas extranjeras, ni con remiendos en política económica que condenan a millones de pobres y marginados a un subdesarrollo vergonzoso, en un país con un deseo de prosperidad y ambición de dignidad como pocos en América. Lo ideal para cualquier país del mundo es no tener que coger prestado. Ojalá convertirnos en un país prospero que pueda prestarle dinero a otros países necesitados. Lamentablemente no ha sido así y desde la independencia hace ciento sesenta años, venimos de fracaso en fracaso, esperando desarrollo material, prosperidad y bienestar.

Ahora nos toca trabajar en reconstruir la economía de acuerdo con las exigencias y situación internacionales, salvar los negocios que quedan y, al mismo tiempo desarrollar al máximo la economía de subsistencia y recuperación productiva. Son dos grandes tareas ineludibles. Una doble movilización en el difícil camino de este nuevo gobierno al que no sabemos como alentar ni ayudar debidamente, con miras a salvar la frágil democracia.

Es hora de reconstruirnos, estrechando filas sin importar la bandería política e iniciando el éxodo hacia esa patria intacta en su capacidad humana, en su voluntad de prosperar y vivir. Sus fábricas paradas esperan el arranque. Démosles la mejor tecnología para que puedan competir dignamente en el 2005, cuando entre en vigencia el TLC.

Estrechemos filas en torno a la familia, al padre desocupado, al hermano a la deriva, a los jóvenes que ya se creen sin futuro. Fabriquemos serenamente el futuro y la alegría de vivir igual como hicieron aquellos países que tuvieron que levantarse desde los escombros. No podemos ser la generación del gran fracaso. Está en cada uno de nosotros madurar para lograr la reconstrucción, disciplinarnos, buscar y expresar sólo lo positivo y útil. Y amor a la patria, que empieza por el amor en la familia, a nuestros amigos, y en la voluntad callada de crear con nuestro trabajo la legión del inexorable renacimiento dominicano.

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