Jesusa es una niña de tres años, nieta de quien esto escribe. A mi chiquilla le preocupaba el hecho de no saber leer ni escribir ni manejar una computadora con destreza como lo hace su hermano Jesús, de once años de edad, estudiante del primer año del bachillerato. Al observar los libros, uniformes y otros materiales de uso escolar que sus abuelos le habían comprado a su hermano mayor, Jesusa me pidió que la mandara a la escuela. Haciendo uso de mis relaciones con gentes importantes del sector, logré matricularla en un acreditado colegio ubicado en la Urbanización Paraíso, un mes después de haberse iniciado el presente año escolar.
Temprano en la mañana de un día cualquiera del mes de septiembre recién pasado, oronda y orgullosa, luciendo un elegante uniforme escolar, Jesusa, junto a su hermano mayor, y a tres de sus primos subió a mi automóvil. Dentro del vehículo, mi pequeña nieta tuvo una disputa con ellos alegando tener el derecho de ocupar un asiento del lado de una de las ventanas; pero, su hermano y primos le hicieron saber que esos asientos eran de uso exclusivo de los varones, que las hembras debían ocupar los del medio. Después de dejarlos en su respectivos colegios, me dirigí a la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ese día, a ratos meditaba en torno a la actitud levantisca de mi chiquilla. Me preocupaba el hecho de que Jesusa, una vez alcanzara la edad adulta, se convirtiera en una feminista militante.
De regreso a mi hogar, alrededor de las tres de la tarde de ese mismo día, noté que Jesusa estaba a la espera de mi llegada. Con cara de rabia, me dijo: Abuelo, hágame el grandísimo favor de quitarme de ese colegio. ¿Qué le había sucedido a mi chiquilla? Nada de importancia. Jesusa creía que en un solo día de clase en ese colegio un niño podía aprender a leer y a escribir, y a manejar una computadora. Al comprobar que no era así, optó por echarle la culpa a su maestra, enrostrándole que no sabía enseñar, y de paso reclamándole a su abuelo que la matriculara en otro colegio. Ciertos comunicadores observan un patrón de conducta parecido al de mi pequeña chiquilla. Veamos. Con un promedio de inversión anual en educación equivalente al 1.95% del PBI, por años, el Sistema Dominicano de Instrucción Pública fue el peor financiado de la América española. Afortunadamente, gracias a la disposición del Gobierno del presidente Danilo Medina, ya ha dejado de serlo. Pero, ciertas personas creen que una vez logrado el tan demandado 4% del PBI, los males que afectaron por años al a nuestro Sistema de Instrucción Pública debieron de corregirse.
Finalizada la Revolución de Abril, se inició en la UASD un Movimiento Renovador que rompió los viejos moldes de una universidad enclaustrada. Al igual que todos los años, la UASD celebró el 24 de Abril recién pasado una graduación ordinaria en la que se invistieron más de mil nuevos profesionales. Pero, dicho acto no ocupó mayores espacios en los principales medios de comunicación escrita y televisada; la noticia de la UASD que ciertos medios resaltaron fue la de la protesta que ese mismo día protagonizaron un pequeño grupo de estudiantes por los alrededores de la Universidad estatal. ¿A qué se deben esos resabios contra una institución como la UASD que tanto ha aportado y aporta al desarrollo social y económico del país?